- En el blog anterior comentábamos el término “torticero”, adjudicándole un origen jurídico. En parte teníamos razón. Pero este vocablo ya aparece en Calila e Dimna (mediados del siglo XIII) y en El Conde Lucanor (XIV), libro -este último- del Infante Don Juan Manuel. Queda dicho. Y, hablando de torticeros, no confundamos esta palabra con “trapacero”, que es aquella persona hábil en trapacerías, o sea, en embustes y engaños.#
- Recordando lo de las madrigueras de los tiburones (José Blanco dixit), conviene recordar los nombres que debemos dar a conjuntos que reúnen a diferentes especies de animales. Las “manadas” agrupan a cuadrúpedos salvajes o domésticos: elefantes, lobos, perros; o a las aves no voladoras: pavos, avestruces. La “bandada” o “bando” refiérese a las aves capaces de volar. “Banco” o “cardumen”, a los peces. “Piara”, a los cerdos. “Jauría”o “rehala”, a los perros de caza en su faena. “Reata” se dice de la hilera de caballerías que van atadas (en reata). “Parvada” o “pollada” es el conjunto de los pollitos o polleznos (ant.) que crían las aves de corral. “Rebaño” remite al ganado lanar e incluso a mamíferos que viven libres o como cimarrones. Hay otras palabras de fácil deducción: “Torada”, “yeguada”, “vacada”, “potrada”. Por cierto, el término “rebañego” (de rebaño) se aplica al hombre gregario y conformista.#
- El diario qué! es, lamentablemente, un venero de incorrecciones sintácticas. En el número correspondiente al lunes 25 de febrero, leemos con la firma de redacción: Un joven muere en una pelea multitudinaria de 27 puñaladas. O sea, que la pelea consistió, según el periódico referenciado, en asestarse, entre todos, 27 cuchilladas. Lo normal hubiese sido: “Un joven muere, de 27 puñaladas, en una pelea multitudinaria”. Y nos preguntamos si el director de qué! no tiene tiempo de revisar las noticias de redacción y sus posibles incorrecciones. Cuando un barco se va a pique, los responsable no suelen ser ni los grumetes ni el sobrecargo; la culpa es del capitán. Por tanto, un tirón de orejas para el citado director, al que aconsejamos contrate con la mayor brevedad un corrector de estilo.
- Ya estamos un poco hartos de oír, en boca de los fanáticos del fútbol, eso de que “somos la mejor afición del mundo”. Aparte de constituir una jactancia, ¿qué pruebas tienen dichos señores para apoyar su aserto? No hay adicto a ningún equipo de balompié que no considere a sus colegas, y se piense a sí mismo, como fans maravillosos; independientemente de que sus simpatías recaigan en la camiseta del Botafogo, La Cultural Leonesa, el Iliturgi o el mismísimo Peñarol. La otra tarde, en la “tele”, un socio del Atlético (no alético) de Madrid adjudicaba a su afición dicho récord: “La mejor del mundo”. Como dijo Sabina -nuestro humilde y millonario trovador- en su himno rojiblanco: “¡Qué manera de perder!”.#
- House es una serie que encandila a las mujeres. Mejor dicho, las encandila su protagonista, el doctor cojo que da nombre a los filmes. Hemos visto pocas veces, en la pequeña pantalla, a un médico tan antipático, arrogante, jactancioso, pagado de sí mismo, fatuo y engreído. Las fascina. Y pensamos en el encanto del hombre hosco, áspero y erizado, a quien en Andalucía se le podría calificar de “amargo”. House es un “amargo”, pero salva vidas. Trata a los pacientes, si llega a verlos, como a papel de estraza, los contradice, los llena de inquietud y de nervios, los pone a cien. No importa; las eminencias tienen derecho a eso. Y nosotros no vamos a hablar de códigos deontológico ni de otras milongas, pero es certísimo que, desde Hipócrates, el médico no puede ser únicamente un simple mecánico, un sanador deshumanizado, un robot. Un buen médico debe ganarse la confianza del enfermo, ser su amigo e incluso su confidente. Le debe amar. ¿Quién que peine canas no recuerda a aquellos entrañables galenos que acudían a nuestra casa, nos reconocían, dándonos golpecitos por todo el cuerpo, para después, con unas palmadas en el hombro, decirnos: “Venga chico, no seas tan mimoso, que tienes cuerda para rato”?... Visto lo cual, desde este blog condenamos al susodicho House a que un sacamuelas de los del Buscón le extraiga una pieza -no la del juicio, por supuesto-. Y a palo seco. Por malasombra.
Llueve
Hace 1 día
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