Mar 14
Este es un texto extraído del artículo publicado en Público, el día 9 de marzo. Su autor es Ignacio Escolar, director del diario:Es difícil escuchar las palabras de Sandra Carrasco, la hija mayor de Isaías, sin que algo tiemble. “Estoy muy orgullosa de mi padre. Y sólo puedo decir que han sido unos hijos de puta. Nada más”. Y Sandra, la joven de 19 años que ayer intentó reanimar a su padre, que le vio agonizar ensangrentado en la puerta de su casa, se queda en silencio mientras se hace la valiente y aguanta las lágrimas frente a los micrófonos de los periodistas. Y termina su discurso. “Que lo quiero”.Extremadura, tres: Cáceres, Badajoz y San Andrés. Así es la broma despectiva con la que algunos en Mondragón se refieren al barrio donde vive esta familia, hoy rota. San Andrés es un barrio obrero, de inmigrantes de la España pobre del franquismo. El padre de Isaías Carrasco, el abuelo de Sandra, era uno de ellos. Había nacido en Morales de Toro, en Zamora, y se fue al País Vasco en busca de trabajo, de un futuro. Sandra nació allí, y se nota. Si se hubiese criado en Zamora, probablemente no habría dicho “que lo quiero” sino “que le quiero”. Sandra es vasca hasta para eso, por mucho que su familia, para algunos, siga siendo una familia de maketos.Quienes hacemos Q. P. sabemos de las dificultades que entraña el uso correcto de los pronombres personales le, lo y la. Pero tenemos que señalar que Escolar, esta vez, no tiene razón. Sandra Carrasco no es “loísta”. Al contrario, su utilización de la forma lo quiero, además de demostrar amor y cariño hacia su padre, es impecable. Si, en lugar de referirse a su padre, lo hubiese hecho respecto de su madre, diciendo la quiero, no se hubiese extrañado nadie, ni siquiera el escolar. “La quiero a morir”, es el estribillo de una canción que, tristemente, sigue estando de moda.
Llueve
Hace 2 días
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