Feb 25
# Leído en el periódico Diario Vasco el 19-2-2008: Un pinar calcinado en Legorreta. Aquí nos encontramos con la diferencia entre los verbos “calcinar” y “carbonizar”. Calcinar es reducir un mineral a cal viva por la acción del fuego. Carbonizar sería reducir a carbón, por idéntico motivo, una substancia orgánica. De todas formas, calcinar se usa hiperbólicamente, por quemar o abrasar. A los amantes de los matices, este pequeño comentario les vendrá bien. Pero tengan en cuenta que nuestro Santo Oficio no calcinaba a los herejes, los carbonizaba para enviarlos al Paraíso.# En el mismo diario: El Peñaflorida se mantendrá el próximo curso antes de ser sustituido. Y el lector se pregunta: “¿Se sustituirá el Instituto o el curso?”. Más claro hubiese quedado así: “El Peñaflorida, antes de ser sustituido, mantendrá el próximo curso”. # La expresión: “Habida cuenta de” suele escribirse, en muchas ocasiones, sin preposición: “Habida cuenta que”. Puede que el error provenga de un cruce con “teniendo en cuenta que”. Conviene advertirlo.# En la Prensa leemos a un señor que dice: “Nada hay mejor en el mundo que el orgasmo y la risa”. Estamos de común acuerdo, pero nosotros vamos más allá. ¿No podrían simultanearse ambas cosas? Creo que sí. Imagínense que, en el momento del clímax, la pareja oye por la radio: “¡Como presidente del gobierno, les aseguro que en España no hay crisis!”. La carcajada y el calambrico pueden darse a la par. Y de esta forma habremos inventado el “jiji-orgasmo.”# Los escritores solemos incurrir numerosas veces en fallos de concordancia. Leemos en el diario Qué! del pasado 19: Me amenazó la Policía, no los traficantes. Como el verbo va en singular, traficantes debería llevar otro verbo en plural (me amenazaron). O quizás sería más recomendable redactar la frase así: “Fui amenazado por la Policía, no por los traficantes”.# Detrás de mí (no mío), la otra tarde aparecieron, haciendo footing, dos quinceañeras. No me atrevo a transcribir las palabras que salían de sus boquitas pintadas. Porque algunas jóvenes, hoy, presumen de hablar como acemileros. Olvidan que lo femenino comporta, entre otro atributos, el raciocinio, el buen sentido, el decoro, la delicadeza, el recato, la dignidad y hasta la dulzura. Son éstas unas virtudes que los hombres siempre hemos apreciado en alto grado. En la mujer, la chocarrería, la ordinariez, el impudor y el mal gusto ahuyentan al varón, lo privan del encanto del que siempre ellas hicieron gala… Pero algunas ni se enteran.
Cumplo dieciséis años
Hace 9 horas
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