El avestruz y el ganso, teniendo que recorrer juntos cierta distancia, caminaban a la par. Al cabo de muy poco tiempo, el ganso, todo cansado, le dijo al avestruz:
-¡Pero usted anda demasiado ligero, amigo!
-Si voy al tranco -le contestó el avestruz.
Y después de andar algún trecho más, se dio vuelta el ganso, exclamando:
-¡Mire, cuánto hemos andado ya!
-Mire más bien -le dijo el avestruz-, cuánto tenemos que andar todavía.
Para el ave de patas cortas cualquier paso es rápido y cualquier paseo es un viaje. Y para gente de vistas cortas cualquier adelanto también es incomparable progreso.
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