Antecedentes y consiguientes
Los viejos que, aunque sin la intolerancia académica, hemos desempeñado el papel de Quijotes apasionados de esa Dulcinea que se llama el habla castellana, nos vamos aprisa dejando el campo libre de mantenedores. La generación que nos reemplazará se cuida poco o nada de hojear el Diccionario, para averiguar si tal o cual palabra es genuinamente española. El del Léxico de la calle de Valverde es cartabón demasiado estrecho, y la nueva generación ama la independencia acaso más de lo que la hemos amado los hombres de la generación que se va.
Los viejos, inclinados a acatar siempre algo de autoritario, perseguíamos el purismo en la forma, y ante el fetiche del purismo sacrificábamos, con frecuencia, la claridad del pensamiento. Los jóvenes creen que a nuevos ideales corresponde también novedad en la expresión y en la forma; y he ahí por qué encuentran fósil la autoridad de la Academia siempre aferrada a un tradicionalismo conservador, a un pasado que ya agoniza.
Discurriendo sobre el injustificable rechazo que de la Academia merecieron los verbos clausurar, dictaminar y presupuestar, el distinguido periodista don Modesto Sánchez Ortiz, director de La Vanguardia, diario barcelonés, se expresó así:
«Eso de considerar tales verbos como subversivos y bárbaros, a pesar de ser de uso corriente en América y hasta en España, vale tanto como decir que allá no se escribe castellano, lo cual desmienten con sus obras muy insignes autores. Creo, por mi parte, que la Academia de la lengua, asaz apegada a ciertas preocupaciones rancias, no se muestra todo lo dúctil que debiera, para conservar su hegemonía literaria en aquellas vastas regiones, hijas emancipadas de la madre España, unidas empero a ella por el vínculo del idioma, y que suman juntas un número de habitantes superior en muchísimo al de la Metrópoli. En todas esas regiones se presupuesta, y nosotros mismos, aquí, en España, presupuestamos a todo trapo, si bien, casi siempre, con escasa sinceridad. Si la palabra es viva, y su aire no difiere del de otras muchas parecidas ¿por qué se le ha de negar la inscripción en el registro civil del Diccionario? Mal anda la docta corporación con sus remilgos; pues bien pudiera ocurrir que, interpretándoseles torcidamente, provocaran sensibles enfriamientos y dieran al traste, por algún tiempo, con los proyectados tratados de propiedad intelectual entre España y las repúblicas, gracias a lo cual muchos de nuestros escritores, al sacar sus cuentas, se verán imposibilitados de presupuestar el producto de sus obras en el mercado de América, aunque en rigor no resulte perjuicio a algunos académicos cuyos libros, si los producen, rara vez logran pasar el charco».
1 comentario:
Felicito a Q.P. por la publicación de los artículos Neologismos y Americanismos de Ricardo Palma. Es bueno conocer los criterios tan...ridículos, de la Academia.
Gracias. Soco
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