JOSÉ ANDRÉS ROJO - Madrid - 08/09/2008 La literatura de Cesare Pavese está inundada de reflexiones sobre la soledad, pero también sobre la familia, el sexo, el amor y, sobre todo, la muerte. Su diario es reflejo del lado trágico de la vida que siempre le persiguió. Definió el suicidio como "un homicidio tímido", y eso no le impidió acabar con su vida a los 41 años. En una carta que Italo Calvino le envió al crítico Geno Pampaloni en 1951 le decía: "No has tomado bastantes precauciones contra la infección de uno de los males más tristes y comunes de nuestra época: el anticomunismo". Le hacía algunas consideraciones sobre sus comentarios, poco favorables, a la edición de la poesía de Cesare Pavese, y le advertía que no esperara encontrar en su diario, que no había aparecido aún, muchos comentarios políticos: "Pavese quería darnos con su diario un testimonio del antiguo lado trágico de la vida humana del cual nadie escapa", comentaba Calvino.Hoy día 9 de Septiembre de 1908 Nacía en Santo Stefano Belbo (Cuneo) Cesare Pavese por lo que ahora en 2008 se celebra el Centenario de su nacimiento , y Quinto Pretoriano , que ya en su día dedicó una colaboración de Jorge Aranguren y otra de Felipe Juaristi en este blog, desea incluir el siguiente reportaje aparecido en el periódico "El País", ayer día 8 de Septiembre :
REPORTAJE: El poeta de Piamonte
Cesare Pavese, el solitario de las colinas
El centenario del escritor revela la permanente actualidad de su literatura
¿Qué queda del gran escritor italiano cien años después de su nacimiento? ¿Siguen pesando prejuicios anticomunistas a la hora de leerlo o con el tiempo se ha impuesto su finura para contar con verdadera maestría las turbulencias de hombres y mujeres? El episodio que con más fuerza marca la trayectoria de Pavese es su suicidio. Alquiló una habitación en el hotel Roma de Turín y se tomó el contenido de unos veinte sobres de los somníferos que utilizaba para combatir el insomnio. El 27 de agosto de 1950 descubrieron su cuerpo sin vida y una nota en el ejemplar de Diálogos con Leucò que tenía en la mesa de noche: "Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿De acuerdo? No chismorreen demasiado".
¿Sus ideas políticas, su inmensa obra literaria, un montón de cotilleos? ¿Qué ha quedado de Pavese? Nació el 9 de septiembre de 1908 en una pequeña localidad del Piamonte, Santo Stefano Belbo, y su obra está llena de los paisajes de su infancia, pero también palpita en toda ella Turín, la ciudad en la que creció, en la que se licenció en Literatura, en la que fue detenido por su complicidad con los comunistas, en la que trabajó durante largos años en la editorial Einaudi (junto a Natalia Ginzburg e Italo Calvino), en la que se quitó la vida. Los soportales de la zona antigua, los barrios obreros, los cafés y restaurantes, la vida de sus calles, el río Po, y las colinas próximas a la ciudad, a la que tantas veces se dirigen sus personajes en busca de consuelo, de diversión, de compañía, de paz interior, de júbilo.
La Fundación Cesare Pavese y el Premio Grinzane Cavour, con el apoyo de la Región del Piamonte, presentaron antes de verano un extenso programa para celebrar la efeméride y así recuperar la voz del gran escritor: seminarios, exposiciones, obras teatrales, ciclos de cine, conciertos, algún premio. Se celebrarán en Turín y Roma, y en distintos lugares del Piamonte, pero también en París y San Petersburgo, y en la Feria del Libro de Guadalajara, en México. El nombre de Pavese, en su país natal, estará ahí todo el tiempo (durante este fin de semana, por ejemplo, varios actos del Festival de Literatura de Mantova lo han recordado). En España, Lumen inicia una biblioteca dedicada al escritor italiano con la publicación de La literatura norteamericana y otros
ensayos, y Entre mujeres solas, y en ella aparecerá Fuego grande, la única novela que sigue inédita en nuestro país, y que escribió a cuatro manos con Bianca Garufi. Pre-Textos, por su parte, reedita La luna y las hogueras, y más adelante ofrecerá nuevas traducciones de Tierra adentro y de Antes de que cante el gallo.
Hay todo el rato en la obra de Pavese la melodía de las cosas cercanas que afectan a hombres y mujeres de la manera más radical. La propia soledad, en primer lugar. Pero también la familia, el descubrimiento del amor y del sexo, la mala suerte, la amistad, el atractivo de lo desconocido y, claro, la muerte. Cuando definía cómo era su obra, comentaba que su ambición era la de fundir dos actitudes que en principio son opuestas: la de sumergirse en el mundo próximo ("mirada abierta a la realidad inmediata, cotidiana, rugosa") y la de mantener al mismo tiempo un distanciamiento contemplativo y formal ("recato profesional, artesano, humanista"). Así que contaba cosas que pasaban en Turín, pero que siguen ahí, agarrando las entrañas de todos. "¿Por qué, si alguien puede, no debería pararse en el camino y disfrutar del día? ¿Es necesario siempre haber padecido y salir de un agujero?", le pregunta Morelli a Clelia en Entre
mujeres solas.
Desde 1930, cuando lee su tesis sobre Walt Whitman, hasta 1950, cuando se suicida en Turín, esos 20 años cubren la vida literaria de Pavese, y son años, hasta su derrota en 1945, en que reina el fascismo en Italia. Es imposible acercarse a su obra sin tener en cuenta que se realiza en ese clima de "miedo al porvenir", de desorden y violencia, de permanente inquietud y prepotencia y verborrea grandilocuente. Es la literatura norteamericana (Melville, Sherwood Anderson, Edgar Lee Masters, Sinclair Lewis...) la que le permite, en primer lugar, vislumbrar "un orden nuevo", otra manera de ver las cosas, un soplo de frescura. Para salir de esa "vida encogida" que imponía el fascismo.
Cuenta mucho en Pavese su tarea de traductor de los grandes escritores estadounidenses, y cuenta también su labor como editor en Einaudi, ofreciendo a una sociedad cerrada de ventanas para abrirse al mundo de fuera. Luego está su aproximación a los comunistas, porque encontró en ellos el instrumento más eficaz "para la realización de una libertad intelectual concreta", y su querencia por el mundo obrero, donde se estaba gestando el hombre nuevo.
Cuando lo detuvieron en 1935 por ayudar a "la mujer de voz ronca", que desempeñaba importantes labores clandestinas en el partido comunista y de la que estaba enamorado, Italia combatía en Abisinia. Pavese encontró en las palabras la mejor manera de levantarse por encima del vacuo nacionalismo de los fascistas. El fracaso amoroso fue la otra corriente que sacudió la vida de un hombre del que han dicho sus amigos que era triste. "Todo el problema de la vida es éste: cómo romper la propia soledad, cómo comunicarse con otros", escribió en su diario. Su respuesta fue su literatura.
Piezas de una autobiografía intelectual
- Fascismo. "La naturaleza del fascismo, como la de todos los vicios, era por el contrario rodar por la pendiente convirtiéndose en alud, escapando incluso al control de sus jefes".
- Arte. "El arte, en resumidas cuentas, es artificio, y nada en él está dado de una vez para siempre; cada época vuelve a plantearse la cuestión de las raíces y recrea su arte moderno".
- Consenso. "Es muy fácil aceptar la perspectiva más trivial e instalarse en ella, al calor del consenso de la mayoría. Es muy cómodo suponer que se han acabado los esfuerzos y ya conocemos la belleza, la verdad y la justicia. Es cómodo y cobarde".
- Libertad. "Nada valioso puede salir de la pluma o de las manos sin fricción, sin choque con las cosas y los hombres. Libre es solamente aquel que se inserta en la realidad y la transforma, no quien anda por las nubes. Por lo demás, ni siquiera los vencejos consiguen volar en el vacío absoluto".
- Palabras. "Por las palabras que un escritor emplea puedes saber quién es. Mira los camaradas de la guerra de España: unos les llamaban rojos, otros leales, unos, comunistas y subversivos, otros, patriotas. Esas palabras te indicaban con quién hablabas, y en cada caso significaban una cosa distinta. En las palabras que usas están tu clase y tu trabajo, lo que sabes, lo que comes, las personas que tratas. En las palabras está todo".
- Reglas de juego. "Cuando Pavese empieza un relato, una fábula, un libro, nunca se propone un ambiente socialmente determinado, un personaje o unos personajes, una tesis. Casi siempre sólo apunta a un ritmo indistinto, a un juego de acontecimientos que son sobre todo sensaciones y ambientes".
- Comunistas. "No ha habido una propuesta, una medida, una polémica genuinamente democrática -es decir, dirigida a garantizar y profundizar la libertad de los ciudadanos- que no tuviera en ellos a sus inspiradores y sus defensores más ardientes".
- Libros. "Incluso un libro en chino está hecho para ti. Se trata siempre de aprender las palabras de un hombre. Todos los libros que valen están escritos en chino, y no siempre hay un traductor. Llega el momento en que estás solo ante la página, así como estaba solo el que la escribió".
- El hombre. "Nosotros no iremos hacia el pueblo, porque ya somos pueblo y todo lo demás en inexistente. Iremos, en todo caso, hacia el hombre. Porque el obstáculo, la corteza que debemos romper es la soledad del hombre, la nuestra y la de los demás. Toda la nueva leyenda, todo el nuevo estilo reside en eso, y entraña nuestra felicidad".
Fragmentos de La literatura norteamericana y otros ensayos, el libro que Italo Calvino calificó como "la más rica y explícita autobiografía intelectual de Cesare Pavese".
"Los suicidios son homicidios tímidos". Eso escribió Cesare Pavese el 17 agosto de 1950; 10 días más tarde se quitó la vida, en un hotel de Turín, donde vivía. Antes, el 18 de agosto, apresado por la desilusión amorosa, repitió algunas de las ideas que parecían obsesiones en sus diarios secretos: "Siempre sucede lo más secretamente temido. Escribo: oh tú, ten piedad. ¿Y después?". ¿Y después? El dolor era su peso, y su vuelo; lo subrayó el amor, hasta el suicidio. "Basta un poco de valor". Ella, una actriz, Constance Dowlinh, Connie, le prometía y le deshacía la esperanza, y él se fue ahondando en la nada. "Todo esto da asco. No palabras. Un gesto. No escribiré más". Eso fue lo último que escribió. Ángel Crespo, que escribió el prólogo de la edición española de este diario implacable (El oficio de vivir, Seix Barral), narra así esa premonición que marcó hasta la herida final la vida de Pavese: "Desde los 17 años (...) tuvo la premonición de su suicidio, lo que le llevó a escribir a últimos del año 1926 o principios del siguiente una poesía en la que hablaba del revólver con el que había de quitarse la vida". Como si el tiempo ya hubiera ocurrido, estaba encerrado en la burbuja de la huida. "Te dicen", escribió el año antes de su suicidio, "tienes 40 años y ya lo has logrado, eres el mejor de tu generación, pasarás a la historia, eres extraño y auténtico... ¿Soñabas otra cosa a los 20 años?". "Tenías 20 años y eras sincero", decía Vasco Prattolini en Crónica de los pobres amantes. La vida (la vida literaria, la vida en el Partido Comunista, que le fue tan esquivo, la vida editorial) le fue poniendo oscuras telas de cebolla a aquellas ilusiones difíciles. Y ya era un hombre esquivo que nunca había querido ser adulto. En un hermoso relato (en el que no lo nombra, pero se le adivina), Natalia Ginzburg (Las pequeñas virtudes, Acantilado) le describe luchando contra el tiempo, silencioso: "Algunas veces estaba muy triste, pero durante mucho tiempo nosotros pensamos que se curaría de esa tristeza cuando se decidiera a hacerse adulto, porque la suya nos parecía una tristeza como de muchacho, la melancolía voluptuosa y despistada del muchacho que todavía no tiene los pies sobre la tierra y se mueve en el mundo árido y solitario de los sueños". Era, decía la Ginzburg, que fue su amiga, sobrio, modesto y generoso, pero tenía la picadura de la vanidad, que iba y venía, y cuando venía hallaba en él un muro que se preguntaba: "¿Y después?". Ésa fue la pregunta de su vida, acaso la que le condujo a la desilusión final y fatal. Murió en verano, decía la Ginzburg, "como un forastero", en un hotel de su propia ciudad. Había escrito, feliz, eso decía, un libro que sale ahora otra vez (Entre mujeres solas, Lumen), pero el hastío le hizo renegar de su satisfacción, y ahí vino otra vez la pregunta imprescindible de su vida, y la que explica su muerte: "¿Y después?". Cometió sobre sí mismo un homicidio tímido, real, ya él no fue literatura. ¿O lo fue entonces del todo?
1 comentario:
No he podido resistirme a hablar de Pavese.
Habís oído hablar de él, poco. Me enteré de una conferencia sobre Pavese y fuí.
Casi hacia el final, leyeron una frase suya que me guardé, como se guardan las cosas que pensamos nos pueden servir algúna vez. Le dí vueltas; encajaba en ese momento, tantos, de lucha descarnada. Y ayudó a desatar un pequeño nudo vital, con el que nedesitaba ayuda.
Lo ví tan claro. Su vida atormentada, al menos me sirvió a mí.
Gracias Pavese. Donde estemos mañana.
Por si interesa, en Koldo-Michelena, el día 30, martes, a las 7 y 30 de la tarde, conmemoran su aniversario y dan una conferencia.
Y el Koldo, es el Koldo, organizando.
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