miércoles, 8 de octubre de 2008

Sonetos de José Cadalso

De la timidez natural de los hombres
de José Cadalso

¡A cuánto susto el cielo te condena,
oh género mortal, flaco y cuitado!
Se espantan unos en el mar salado
y tiembla otros cuando Jove truena.

Otros si el eco del león resuena,
otros cuando el magnate está irritado,
otros cuando en la cárcel han pasado
días y noches tristes con cadena.

Yo sólo discurrí no temblaría
al trueno, ni al león, ni al poderoso,
ni a la prisión, ni a todo el orbe entero.

Mas se engañó mi débil fantasía:
el rostro de mi Filis desdeñoso
me cubre de terror, temblando muero.


Probando que la ausencia no siempre es remedio contra el amor
de José Cadalso

Cuatro tomas de ausencia recetaron
a un enfermo de amores los doctores;
el enfermo sanó de sus amores,
y los doctores sabios se mostraron.

Otros mil ejemplares confirmaron
de la nueva receta los primeros;
los astros conocieron mis dolores,
y sin duda sanarme proyectaron.

Me dieron de recetas tan divina
cincuenta tomas (que tomé con tedio),
pero más me agravó la medicina,

pues tan opuesto al fin fue aqueste medio,
que agonizando mi alma, se imagina
me matará el remedio sin remedio.

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