El correo del navegante

“Ama de casa”, desde Jijona, nos dice:

Hola. ¿Tienen ustedes algún sinónimo para “tupper”?, porque continuamente oigo en el mercado y en la tienda esa palabra y, a pesar de que me la han explicado, me parece muy fea. A ver.

(Amiga nuestra: En castellano tenemos “fiambrera” y “tartera”, si bien éstas acostumbran ser de barro o de metal. Puede, no lo sabemos con exactitud, que “tupper”, del inglés, se refiera solamente a las hechas de plástico. Investigaremos…)

De todos modos, servidor, a la hora de tomarse la tortilla de patatas en el andamio, solía llevar una fiambrera.

Ana Rosa Salgado, desde Polvoranca (Madrid), nos dice:

Toda mi vida he llamado a mis padres “papá” y “mamá”, pero en el pueblo oigo constantemente eso de papa y mama. ¿En qué quedamos?

(Nos parece que papa y mama, ahora, se dice entre personas de escasa formación, si bien en la antigüedad solía utilizarse sin reparos. El acento se introduce en España, por influencia francesa, sobre el siglo XVIII. Nosotros preferimos utilizar el acento, que corresponde a una palabra aguda, en la segunda A.)

El niño Juan de Dios Peñalver, desde Portugalete, comenta:

¿Me podéis decir por qué es tan difícil quitarle el papel a un caramelo o a un chupa-chups? Mi padre dice que lo pasa mal con los dedos y el azúcar y el café que le ponen en los bares, con muchas cosas que están cerradas y también con los supositorios y con la cinturita del papel higiénico. El otro día me corté con la tapa de un yogur.

(Chaval, ¡qué razón tienes! Este asunto de los envases nos demuestra que el progreso y la asepsia van en razón inversamente proporcional a la comodidad o el orden práctico. Es más, uno llega a añorar aquellas tiendas -panaderías, colmados, fruterías, etc.,-donde el producto se vendía a granel y se exponía a cielo abierto y sin protección alguna. ¡Aquellas manzanas toqueteadas por las señoras para comprobar su madurez; aquellos dátiles que te dejaban los dedos pringosos; aquellas sardinas o arenques, en cajas circulares como un motor en estrella; aquellos chorizos de Salamanca visitados con elegancia por las moscas más aguerridas! ¡Qué antihigiénicos; qué rico todo! ¡Ahhhhhhhh…!)