domingo, 26 de octubre de 2008

Mis trajines con la boba

Una mocita sevillana, a lomos de su velocípedo, sale por la caja boba contándonos que en su ciudad los peatones no respetan a los ciclistas. Nosotros le recomendaríamos unos días en San Sebastián -a ser posible con niños- para que compruebe el gran respeto y delicadeza que los ciclistas guardan, ya dentro de las aceras, para con los peatones. Sobre todo si son del grupo Kalapie.

Sólo le faltó decir, como metáfora, que las gallinas no respetan a la zorra (con perdón) o las ovejas al lobo. ¡Señorita…!


También he observado a una presentadora en el ejercicio de alabar a un niño de unos seis años que ya dispara y mata jabalís. Además de ser algo repugnante que a un chiquillo se le inculque la afición a matar mamíferos, recordemos que el plural de jabalí es “jabalíes”; la hembra de éstos se llama “jabalina”; y los cachorros, “jabatos”.


Vuelve esa ominosa serie: Lex. O sea, sexo, violencia, estupidez y líos a la española. Cualquier parecido con la realidad es pura gaseosa.


Perdió nuestro Rafita nacional en el Masters de Madrid. Salió doliente a la pista: infiltrado. Pienso que, sabiendo cómo son los gabachos -desde Francisco I hasta el que nos sirve el último Pernod-, nunca se les debe dar facilidades.


No nos parece tan difícil conseguir una película aceptable. El pasado día veinte pude ver, en la boba, una película titulada: Las mujeres de verdad sí tienen curvas. Me temí, por el título, lo peor. Pero no. Se ve con mucho agrado. Es una comedia dulciamarga, producida -creo yo- con cierta economía de medios. Pero el caso es que el guión era inteligente, ágil la dirección y los intérpretes cumplían con su papel. Suficiente.

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