Son tiempos de Sagitario y España es sagitario: así se explican bastantes cosas. Y diciembre nos abre sus zaguanes tan fríos, después de ir despojando a los arbolitos, uno por uno, del adorno otrora verde de sus ramas, ya de un oro frágil y llovedizo. Pero diciembre es el mes de los niños; estos reyes del hogar tendrán su regalo de Papá Noel, de Reyes Magos y, en el País Vasco, de ese carbonero ebrio y de roja nariz que por aquí llaman Olentxero, personaje, por cierto, poco afortunado como modelo regional.
Los niños, ahora, gozarán, con sus mil y un juguetes: sus play stations, sus miniordenadores, sus juguetes robotizados, sus muñecas que hacen pises y cacas, y otras maravillosas pendejadas, fruto todas ellas de la imaginación y de la codicia de los jugueteros. En los lejanos cuarenta y tantos, servidor se hacía un autobús -la Roncalesa- con una caja de cartón que se adornaba, al carboncillo, con ventanillas y ruedas. Una lid servía de tracción. ¡Qué juguete tan fantástico; y cuántas horas empujándolo por los resaltes de la casa, imitando con la boca el ruido del motor de explosión o el bufido del gasógeno!... Y cabe preguntarse: “¿Quiénes son más dichosos?; ¿quiénes son más felices?”. Desconozco si todavía responderá aquel melifluo fauno de la poesía, pero los flaquitos niños de la posguerra nos lo pasábamos pipa.
1 comentario:
(...) y mi hermano jugaba con un Tren "Mercancías" hecho con cajas de cerillas, cuyos vagoncitos rebosaban de botones, dedales, miguitas de pan, chufas, pipas... que, en las "Estaciones y Apeaderos", recogían mis muñequillos de trapo...
¿Más felices? Pues, aún reconociendo que la memoria idealiza los recuerdos...¡NOSOTROS, POR SUPUESTO...!
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