- Abrir la boca: Estar muy distraído o pensando en algo distinto de lo que nos corresponde en determinado momento.
- ¡Adelante con los faroles!: Originariamente, la expresión completa habría sido ¡Adelante con los faroles, que atrás vienen los cargadores!, al parecer, relacionada con las antiguas procesiones religiosas, en las que era usada a manera de estímulo para que los encargados de transportar faroles, antorchas y cirios -que precedían a los que llevaban las imágenes (cargadores)- no cejaran en su esfuerzo.
- Adonde fueres haz lo que vieres: Es una sugerencia para que a la persona le resulte fácil la adaptación a un lugar. Conviene observar cómo actúan los que allí viven y tratar de hacer lo propio.
- Afortunado en el juego, desafortunado en el amor: La fortuna suele acompañar a algunos en el juego; a otros, en el amor, aunque todos sabemos que, a algunas personas, la diosa de la suerte suele acompañarlas en ambos casos.
- Agachar el lomo: Ponerse, materialmente, a trabajar, concentrarse en una tarea. La expresión es en sentido figurado, pero lo mismo es una exhortación al trabajo físico.
- Agarrar para el lado de los tomates: Interpretar mal alguna explicación o respuesta, irse por las ramas. El origen se relaciona con la planta del tomate, que es propensa a contraer pestes, por lo que es necesario plantarla en un lugar alejado. Otra versión asegura que la frase se origina en la facilidad con que esta planta se desarrolla hacia cualquier sentido si no se la guía en su crecimiento y entonces, "agarra" para cualquier lado.
- Agua que no has de beber, déjala correr: No debemos acaparar cosas que no necesitamos. Retengamos todo aquello que nos es imprescindible para la vida y no nos quedemos con lo superfluo.
- Ahí está la madre del borrego: Expresión que se utiliza como interjección, para dar a entender que, finalmente, la persona que la exclama ha comprobado una verdad o ha descubierto un hecho. Podría equivaler a ese es el quid de la cuestión.
- Ahí le aprieta el zapato: La expresión ha sido sacada de un simpático cuento castellano protagonizado por un cura y un zapatero. Este último, muy apesadumbrado, fue a visitar al párroco para contarle que quería separarse de su mujer. En un intento de disuadirlo, el cura comenzó a relatarle las cualidades de su esposa: "Es bella, es buena cocinera, es una cristiana modelo..." Entonces, el zapatero mostró sus zapatos al cura, y le dijo: ¿Qué le parece este par? El párroco respondió: "Me parecen unos hermosos zapatos, hechos con una piel muy buena y parecen cómodos". Y el artesano replicó: "Así es, padre, pero usted no puede saber dónde me aprietan". La frase ha quedado para ser utilizada cuando se descubre el punto débil de una persona, o algo que le molesta o duele sobremanera.
Un dicho muy parecido a éste es 'yo sé dónde me aprieta el zapato' y proviene de una anécdota que cuenta Plutarco en sus Vidas Paralelas. El filósofo griego cuenta que un patriarca romano tenía por esposa a una hermosa y fiel dama, y, sin embargo, la repudió. Los amigos, que no daban crédito a la decisión del patriarca, reprobaron su postura, pero él les contestó lo siguiente: "¿Veis mi calzado? ¿Habéis visto otro mejor trabajo, ni más elegante? Sin embargo, yo sé en dónde me lastima el pie". - Ahogarse en un vaso de agua: Rendirse ante la primera dificultad, sin intentar sobrellevar el inconveniente.
- Ahuecar el ala: Literalmente, significa «partir, irse de un lugar» y la expresión está tomada del movimiento que hacen las aves cuando vuelan, luego imitada por los aviones, que ahuecan el ala para controlar la dirección del viento.
- Al enemigo que huye, puente de plata: Debemos facilitarle la huida o la retirada al que nos molesta u ofende. En las guerras de la Antigüedad, era común allanarle el camino al adversario para que éste no se detuviera ni intentara reagruparse para regresar.
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