Q.P. os invita a todos aquellos que nos visitais a que participeis con nosotros enviándonos , ya sea en forma de poesía, en un breve relato, con un aforismo, con una cita, con cualquier método literario, que os sugiere esta pareja ante la Puesta de sol.
Ánimo, esperamos vuestras colaboraciones en nuestro correo electrónico : quintopretoriano@hotmail.com , y en el apartado de comentarios que acompaña a este "tag".
Q.P. por su parte propone como pie de foto el poema del escritor mexicano Luis G. Urbina titulado "Puesta de sol " :
Por la calle solitaria
cuyo término confuso
vagamente se deslíe
en el oro del crepúsculo,
silencioso y pensativo
como siempre, voy sin rumbo
enhebrando fantasías
en el aire azul y puro.
Tranquila está la barriada,
los talleres están mudos,
no se ven las chimeneas
empenachadas de humo,
y, a lo lejos, de las fábricas,
salen, alegres, los últimos
obreros que se atropellan
en caprichoso tumulto,
y cuyas blusas azules
borda el sol de hilos purpúreos.
Yo, callado y pensativo
como siempre, voy sin rumbo.
Mas, de pronto, me detengo,
mis quimeras interrumpo
y las vanas fantasías
del pensamiento sacudo,
para ver curiosamente
a dos chicuelos: un grupo
adorable, que cabría
en una canción de Hugo.
-El la llama, y ella acude,
se hablan bajo, y así juntos,
siéntanse en los escalones del portón,
al pie del muro;
y en una seriedad cómica,
ella grave y él adusto,
principia la confidencia
más deliciosa del mundo.
¡Oh viejo pintor de niños
que andas en busca de asuntos!
mira: la luz pone toques divinos a este conjunto.
En el fondo, de sillares
ensalitrados y húmedos,
rojos y recién lavados
por la lluvia, se ven puntos
de tan diversos matices
-vivos, opacos, obscuros-
que en el polícromo ambiente
de tonos suaves y crudos,
la pared arlequinesca que, a trechos, ornan los musgos,
parece lienzo manchado,
traviesamente, con grumosde color.
-Una parásita
en los ladrillos desnudos
hinca su ramaje como los tentáculos de un pulpo;
y entre la maraña verde
un jugetón rayo súbito
en cada gota la lluvia
prende un rubí diminuto.
Y en la fantasmagoría
de la luz, que hace del muro
inconcebibles mosaicos
y deslumbrantes estucos,
los dos muchachos semejan,
-en medio de tanto lujo-
dos príncipes del oriente
en espera de sus súbditos.
¡Qué tocado de diamantes
en el ceniciento rubio
del cabello de la niña¡
¡Qué reluciente y qué fúlgido
el toisón que arde en el pecho
del rapaz! ¡y qué conjunto
de áureas telas y tisúes sobre los harapos sucios!
¡Oh buen solo, hábil joyero,
sol de abril, sol moribundo!
¡Andrajosa reinecita
que visitó la luz; y cuyo
corpiño de resplandores
cubre el talle y ciñe el busto!
¡Duquesito del arroyo,
Buckingham que el cielo tuvo
a bien ataviar con sedas
y brocados del crepúsculo!
Tú, ¿qué cuentas? Tú, ¿qué oyes?
Tú, ¿la grave? Tú, ¿el adusto?
Yo me acerco poco a poco
y curiosamente escucho.
La barriada está tranquila;
los talleres están mudos.
¡Bien, muchacho!
-Fuiste al bosque
y corriste mucho, mucho,
y flores y mariposas
le traes... ¡lindo tributo!
Tu gorra de saltimbanco
-hecha una criba- es refugio
de caléndulas, de lirios,
y de rosas, donde, ocultos,
se agitan entre los pétalos
los cuepecitos convulsos
de las pobres mariposas
heridas. Hundes los puños,
y narrando tus proezas,
alzas, con heroico orgullo,
tu presente de perfumes
y de alas... Y el tributo,
va cayendo, va cayendo,
del aire sereno y puro
a la falda de la niña
que oye con asombro mudo,
la historia de tu aventura
mientras fijos en un punto,
miran cosas invisibles
us ojos meditabundos.
Cuando mi presencia notan,
ella inquieta, y él ceñudo,
parecen decirme: -¡vamos,
nos estorbas, vete, intruso!
Y yo me alejo sin pena
porque dejar solo es justo
a Buckingham de siete años
con Ana de Austria de un lustro.
Ypienso: Yo también tuve
aventuras, y di muchos presentes de alas y flores,
y fui amado y tuve orgullo.
Di ilusiones, esperanzas,
fe, ternuras, con el único
placer de posar los labios
en unos cabellos rubios.
Un coloquio de chiquillos
fue mi amor... Y taciturno,
solitario pensativo
como siempre, voy sin rumbo
por la calle silenciosa
cuyo término confuso
vagamente se deslíe
en el oro del crepúsculo.
4 comentarios:
Q.P. nos pone ese maravilloso poema del poeta mexicano L.G. Urbina y yo deseo acompañarlo con este otro del extraordinario poeta Ruben Darío :
Mar armonioso,
mar maravilloso:
tu salada fragancia,
tus colores y músicas sonoras
me dan la sensación divina de mi infancia,
en que suaves las horas
venían en un paso de danza reposada
a dejarme un ensueño o regalo de hada.
Mar armonioso,
mar maravilloso,
de arcadas de diamante en que se rompe en vuelos
rítmicos que denuncian algún ímpetu oculto,
espejo de mis vagas ciudades de los cielos
blanco y azul tumulto
de donde brota un canto
inextinguible:
mar paternal, mar santo:
mi alma siente la influencia de tu alma invisible.
Velas de los Colones
y velas de los Vascos,
hostigadas por odios de ciclones
ante la hostilidad de los peñascos:
o galeras de oro,
velas purpúreas de bajeles
que saludaron al mugir del toro
celeste, con Europa sobre el lomo
que salpicaba la revuelta espuma.
Magnífico y sonoro
se oye en las aguas como
un tropel de tropeles,
¡tropel de los tropeles de tritones!
Brazos salen de la onda, suenan vagas canciones,
brillan piedras preciosas,
mientras en las revueltas extensiones
Venus y el Sol hacen nacer mil rosas.
Bonita y sugerente puesta de sol la que propone Q.P. Esquisito poema el que elige el propio Q.P. como pie de foto, del poeta Urbina; reconfortante el poema de Ruben Darío , que elige Marcel, para acompañar a esta imagen, y yo, que soy un admirador, también, de este extraordinario poeta, propongo para acompañar a esa pareja en su puesta de sol este otro poema de R. Darío :
TARDE DEL TROPICO
Es la tarde gris y triste.
Viste el mar de terciopelo
y el cielo profundo viste
de duelo.
Del abismo se levanta
la queja amarga y sonora.
La onda, cuando el viento canta,
llora.
Los violines de la bruma
saludan al sol que muere.
Salmodia la blanca espuma:
¡Miserere!
La armonía el cielo inunda,
y la brisa va a llevar
la canción triste y profunda
del mar.
Del clarín del horizonte
brota sinfonía rara,
como si la voz del monte
vibrara.
Cual si fuese lo invisible...
Cual si fuese el rudo son
que diese al viento un terrible
león.
Sosiego, tranquilidad, CALMA, es lo que a mí me sugiere esa maravillosa imagen, por ello yo elijo, precisamente, un breve poema del escritor cubano Eliseo Diego (1920-1994), titulado precisamente así :
CALMA
Este silencio,
blanco, ilimitado,
este silencio
del mar tranquilo, inmóvil,
que de pronto
rompen los leves caracoles
por un impulso de la brisa,
Se extiende acaso
de la tarde a la noche, se remansa
tal vez por la arenilla
de fuego,
la infinita
playa desierta,
de manera
que no acaba,
quizás,
este silencio,
nunca?
Bien por la idea, espero que esta tenga continuidad ya que si la participación es como parece que va a ser, por lo visto con esta imagen, tal vez esta sea una sección de éxito y de que los que navegamos nos decidamos a participar de una vez. Yo por mi parte voy a incluir este poema de Manuel Machado, que tengo en estos momentos entre mis manos :
OCASO
Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.
Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.
Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada...!
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