Corría el año de 1808, cuando el día 5 de Marzo es ocupada San Sebastián, bajo engaño, y con la aquiescencia del ínclito Godoy, que ordenó no oponer resistencia, por las tropas del ejército francés, que por aquel entonces ocupaba casi toda Europa, a las órdenes del autoproclamado Emperador , Napoleón I.
Cinco años más tarde, en 1813, fue sitiada y asaltada por el ejército aliado anglo-portugués bajo el mando del General Graham, y a las órdenes generales del archifamoso lord Wellington, que es quien hizo oídos sordos a los hechos que ocurrieron en este asalto, con el correspondiente saqueo y destrucción de la ciudad la horrorosa noche del 31 de Agosto.
El asedio comenzó en Julio de 1813. La guarnición del ejército francés se componía de entre 3.300 y 3.500 hombres al mando del General Rey, los cuales sufrieron o provocaron, ya en junio, el incendio del arrabal de San Martín a la vista de la presencia del ejército español y sus aliados en las cercanías de San Sebastián, en su avance hasta la frontera, después de la victoriosa batalla de Vitoria, y en franca retirada de los ejércitos franceses, derrotados a lo largo de toda la Península.
Largo y costoso fue el asedio de la plaza, pues no lograron entrar en ella hasta la ya famosa fecha del 31 de Agosto, en la que, y gracias a la casualidad y la fortuna, reventó el almacén de armas y pólvora que los franceses tenían en la zona amurallada ya conocida como La Brecha, pue fue por ahí, donde en un pasado asedio llevado a cabo por el general Berwick, en 1719, lograron penetrar en la ciudad.
Muertes, violaciones, saqueos .......
Conseguido el objetivo de entrar en la ciudad, ese día, que según cuentan las crónicas estaba envuelto de rayos y truenos, lo hicieron adueñándose de toda la población, tomando a ésta y a todos sus vecinos, cometiendo las mayores tropelías, muertes, violaciones, saqueos y llegando a límites insospechados, según relataron con posterioridad los testigos visuales, los cuales describieron atrocidades tales que muchas veces es difícil reproducirlas sin que corra por tu cuerpo un hilo helado de sudor.
Contaba la ciudad, por aquellas fechas, con 600 casas de las cuales sólo quedaron tras el saqueo 36, dentro de sus muros, en una hilera contigua a la Iglesia de Santa María, y que sirvieron como refugio, cuartel y hospital a las tropas asaltantes, en la entonces llamada calle de la Trinidad, a la que posteriormente se bautizó con el nombre que hoy conocemos, de calle del 31 de Agosto, en rememoración de aquella horrorosa fecha.
Duró este asalto a la ciudad hasta el 8 de septiembre, día en que definitivamente rinden la plaza las tropas francesas del general Rey, derrotadas y abatidas, después de haber visto como la población donostiarra fue pasada a cuchillo y fuego por las tropas anglo-portuguesas, que se denominaban aliadas (menos mal, si llegan a ser enemigas .....), y que no se conformaron en estos días con cometer toda clase de atropellos, sino que cuando remitía el fuego, se encargaban ellos mismos de reavivarlo con enormes teas, traídas y desembarcadas en Pasajes por barcos ingleses, como bien describe un comerciante de la época en cartas a su patrón, pues era él quien suministraba víveres y pertrechos a dichos barcos.
Las actas de Zubieta.
Y es en estas fecha, 8 y 9 de Septiembre, cuando los decididos ciudadanos donostiarras, reunidos en Zubieta, en el caserío Aizpurua, deciden tomar cartas en el asunto y ponerse prestos a reconstruir la ciudad, redactando lo que conocemos como las famosas Actas de Zubieta. Y son éstas las verdaderas fechas a recordar, ya que es a partir de aquí cuando los donostiarras se ponen a trabajar para sacar a San Sebastián, como ave Fénix, de sus cenizas. Trabajo de reconstrucción, que llevó a los vecinos de esta ciudad a pelear duramente durante cincuenta años hasta conseguir que dejase de ser una plaza militar, destruyese sus murallas y se extendiese fuera de sus muros, hasta conseguir ser lo que hoy conocemos, con sus famosos ensanches, muy especialmente el del señor Cortázar, que es el que hoy configura la ciudad.
Es pues San Sebastián una ciudad relativamente nueva y moderna, a pesar de ser la primera villa guipuzcoana, fundada, hacia 1181, por un rey de Navarra, Sancho el Sabio. Entre esta fecha y la de la destrucción de la ciudad en 1813, tenemos por desgracia pocos datos, pues estos desaparecieron del Archivo, en el incendio y destrucción de esta.
Pronto se celebrarán los doscientos años de estos hechos, pero mientras, un año más, rememoraremos, que no conmemoraremos, este desgraciado incidente de nuestra Historia, e intentaremos celebrar y recordar el arrojo de aquellos que supieron, desde Zubieta, ponerse a trabajar para recuperar su ciudad .
IZURUN
La Tarde Ocre de Otoño
Hace 2 días
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