¡A LA MAR!
Lauaxeta, 1931
Desnudo en la proa del barco, piloto de altura,
surco los mares por senderos desconocidos.
¡Dejad todo en tierra! —nos persigue el peligro—,
Nuestro sueño es encontrar nuevas tierras,
De nuestras lágrimas están hechos los lodos que dejamos atrás.
Buscad nuevos horizontes
donde podamos respirar.
Los hombres nos atan con sus fútiles pretextos,
y las ansias de libertad mueren cruelmente.
¡Adelante! Ved al norte los helados montes de nieve,
y los palacios de hadas en frías islas.
Os llevaré:
—velas henchidas al viento—
sobre mis ojos brilla la esperanza.
La inquietud de la raza pide nuevos rumbos:
estuvo demasiado atada a tierra.
¡Ampliad los horizontes!
Hermoso es este espacio para las proezas heróicas,
insigne bronce para grabar toda clase de letras.
¡Cómo te ama mi pueblo, bravo mar nuestro!
A tu regazo venimos, la tierra se nos queda pequeña.
¡Maestro de energías,
despeja nubes y brumas!
No buscamos ballenas, sino ideas vírgenes.
La aurora muestra su nuevo manto de oro.
Aquí venimos sedientos de sabiduría.
En tierra no éramos capaces de soñar,
sobre la mar se refleja lo más alto.
¡Bravío mar nuestro!
Bogadores de ideas,
saludamos a la luz de los mares.
Domas los cuerpos, y más aún las mentes:
como en nosotros, en tí siempre vive una inquietud.
¿Quién conoce tu calado?
¡Eres misterio impenetrable!
Espanto de los cobardes es el bramido de la tormenta.
Sólo los vascos se atreven en tu infinito seno,
en el fondo de sus ojos derramaste osadía.
Tú forjas luchadores, dorsos de bronce,
Músculos en tensión, muslos de hierro
—Tentadores manjares para un antropófago...—
Abrénos, infinito mar, las puertas del cielo.
En tí va la muerte, en tí va el amor.
Para este recio pueblo, tú eres el futuro.
Aunque no nació aquí la bella Afrodita
ni tenemos sirenas, somos nuevos Odiseos,
somos jóvenes pioneer, como nuestra raza.
Tu siempre guardas el temblor de una sonrisa.
Pero sacudes tu melena como un león.
¡Mar de los vascos!
¡Impetu y vigor!
¡Adelante, siempre adelante!
Desnudos en la proa del barco.
Abiertos los corazones al beso de todos los vientos.
Esta navegación no termina con la vida,
quien se embarca en ella no vuelve nunca.
Dejad los lamentos en tierra, que se queden los pusilánimes.
Nuestras obras precisan de quienes miran al futuro.
Los cielos están limpios, los ojos brillan de alegría.
Sobre la mar van las canciones del mañana...
Recorramos de nuevo la cintura del planeta,
no sobre la espuma, no con vanos esfuerzos, sino en las ideas.
Que la esperanza guíe la nave de los vascos
Hasta la alta claridad donde reinan las almas.
Traducción: Lauaxeta / Koldo Izagirre
Versión original: ITXASORA!
EL HUMO DE LA CASA
Xabier Lizardi, 1932
Hermosa es la paloma en vuelo,
hermoso el haya en el monte...
Más hermoso es el humo
sobre los rojos tejados.
Si veo un humo azulado
cuando voy por el bosque,
¡qué gran alegría
sentir presencia humana!
Al poco, una gallina al camino,
un sembrado recostado en la ladera:
amplia casa de rojas tejas
y ante ella un nogal.
Allí hay calor, allí hay vida...
Allí hay gritos de niños jugando...
A la noche, junto al hogar,
el premio del trabajo diario...
Ven, amada mía,
pronto seremos el uno para el otro:
¡Soñemos! En el cielo brilla
la estrella del atardecer.
El día de bodas,
pavos sobre la mesa...
Y sobre el tejado, en volutas,
un humo tan azul como el firmamento...
Desde la ventana veinte caseríos,
adorno de la montaña.
Algunos se divisan completamente,
otros sólo a medias.
Pero de todos ellos humean
volutas azules...
Sospecho que el cielo
está hecho de estos humos.
* * *
Ayer murió mi amada,
en la sala está su cadáver.
Por la ventana abierta, sólo monte;
la brisa trae un aire de sol...
Hermosa es la paloma en vuelo,
hermoso el haya en el monte...
Más hermoso es el humo
de los vivos sobre las casas.
Cruel agorero es el cuervo,
convidado de la muerte.
De la casa de mi amada
tan negro como él... ¡el humo!
Traducción: Xabier Lizardi / Koldo Izagirre
Versión original: ETXEKO KÊA
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