- Es curiosa la ola de fervor patriótico que recorre España con este asunto del fútbol. Parece un fenómeno casi universal, y creo que en anteriores blocs lo hemos comentado someramente. Queda claro que el hombre necesita de ciertos estímulos, incluso baladíes, para agruparse, darse calor y ánimos, o para sentirse adscrito a algo, perteneciente a algo, identificado con algo. Acaso el himno del Liverpool lo resume con meridiana claridad: “Nunca caminarás solo”.
- Dicho esto, nos molesta una miajita que el ciudadano vibre ante hechos de menos importancia y permanezca impasible ante otros de verdadero alcance. Que el pasado jueves se tirasen cohetes en Las Ramblas y en Vigo, y se aplaudiesen los goles amarillos en los bares de San Sebastián me deja boquiabierto. ¿Seremos menos individualistas de lo que aparentamos, o es que seguimos siendo niños? Ninguna de las dos cosas es mala por sí misma, pero nos llama la atención.
- No olvidaré la alegría desbordante de los argentinos cuando ganaron el campeonato mundial. Y, sin embargo, Videla estaba allí, y a los huesos de los soldaditos que murieron en Las Malvinas les iba llegando todavía, con la humedad del mar, el momentáneo olvido de sus paisanos. “La mano de Dios y eso”. Zarandajas.
- Leído en el Qué! del pasado 27: Asesina a tiros a un conocido por dinero y decide entregarse. ¿Qué ocurre? ¿Lo conocía sólo por el dinero? Cuánto mejor hubiera quedado así: “Asesina a tiros, por dinero, a un conocido y decide entregarse”.
Llueve
Hace 2 días
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