Conversación con un amigo
Se me ha quemado el pecho, como un horno,
por el dolor de tus palabras
y también de las mías.
Hablábamos del mundo, y desde el cielo
descendía su paz a nuestros ojos.
Hay momentos del hombre en que le duele
amar, pensar, mirar, sentirse vivo,
y se sabe en la tierra por azar
sólo, inútilmente en ella.
Como si retratase de algo ajeno
hablamos de nosotros,
y nos vimos inciertos, unas sombras.
Con poca fe, con las creencias rotas
como un madero en la marea,
con toda la esperanza naufragando
porque no es la que llega nuestra barca,
sólo la caridad nos redimía
del mal nuestro de ser.
Mirábamos la calle, rodeados
de luz, de tiempo, de palabras, de hombres.
Francisco Brines: Palabras a la oscuridad.
Llueve
Hace 2 días
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