El escritor y excelente poeta Carmelo Iribarren, con ocasión de participar en las Veladas poéticas de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de Santander, ha dicho: “Puede sonar un poco duro pero, en el País Vasco, quien escribe en castellano no existe. La atención que dedican los estamentos oficiales a los autores en castellano es mínima”. Y después: “A efectos oficiales, el castellano no existe, por lo que si alguien quiere editar un libro en castellano, lo tiene que hacer él”. Carmelo declaró que se siente “como exiliado” y lamentó que “todos los premios literarios se concedan a escritores euskaldunes”. Y apuntó: “La primera vez que fui invitado a leer en una Casa de Cultura fue gracias a los buenos oficios de un amigo que conocía al director”… Ahora bien, con su personal sarcasmo, supo agregar: “No sufro con este asunto porque, de lo contrario, los encargados de que esto así funcione se verían recompensados”.
(No te amostaces, Carmelo; esto que tú dices está ocurriendo ahora mismo en cuatro comunidades -o Autonomías-: Cataluña, Baleares, Galicia y País Vasco. Afortunadamente, los escritores de fuste, como tú, no tienen necesidad de recurrir a editoriales autóctonas. Otros sí. Es una pena, ¿una maldad? Que se lo pregunten al Departamento de Cultura del Gobierno Vasco.)
Estén ustedes al tanto de la expresión tolerancia cero. Se está repitiendo mucho en los medios, y el fenómeno ocurre desde que lo dijo el presidente del Gobierno a propósito de cualquier vaina. Porque lo de poner números a la tolerancia me parece una pequeña majadería y me remite a las notas y calificaciones del infausto colegio donde me eduqué. Si me dicen: Con usted, don Jorge, vamos a tener tres coma cinco de tolerancia, me moriré de risa. Más serio y preciso sería decir: “No tendremos ninguna tolerancia” o “No habrá tolerancia en absoluto”. Pronto verán cómo el latiguillo memo tiene éxito y lo dicen hasta los chimpancés.
A Rafita no sé qué habrá que darle. Eso sí, le vamos a desear que en estos días de asueto pesque muchos raós, muchos sargos, muchos llobarros y cantidad de aranyas en los cantiles de Cap Blanc desde el llaüt de alguno de sus amigos. Se encontrará más a gusto que sobre la hierba de Wimbledon.
Cumplo dieciséis años
Hace 17 horas
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