martes, 18 de noviembre de 2008

Efemérides : 16 de Noviembre

Nacimientos: 
Fallecimientos : 

La Literatura y la música : "Guitarra Negra"(1/2) Alfredo Zitarrosa

Guitarra Negra 
Letra y Música: Alfredo Zitarrosa

I

Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra... Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía. . . Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas... Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan... Cómo traspasarte mis hombres y mujeres blen queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos... Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas...

Hoy anduvo la muerte buscando entre mis libros alguna cosa... Hoy por la tarde anduvo, entre papeles, averiguando cómo he sido, cómo ha sido mi vida, cuánto tiempo perdí, cómo escribía cuando había verduleros que venían de las quintas, cuando tenía dos novias, un lindo jopo, dos pares de zapatos, cuando no había televisión, ese mundo a los pies, violento, imbécil, abrumador, esa novela canallesca escrita por un loco... Hoy anduvo la muerte entre mis libros buscando mi pasado, buscando los veranos del 40, los muchachitos bajo la manguera, las siestas clandestinas, los plátanos del barrio, asesinados, tallados en el alma... Hoy anduvo la muerte revisando mi abono del tranvía mis amigos, sus nombres, las noches de café Montevideo, las encomiendas por la Onda con olor a estofado, revisando a mi padre, su Berreta, su Baldomir, revisando a mi madre, su hemiplejia, al Uruguay batllista, a Aristides querido, a mis anarcos queridos bajo bandera, bajo mortaja, bajo vinos y versos interminables... Hoy anduvo la muerte revisando los ruidos del teléfono, distintos bajo los dedos indices, las fotos, el termómetro, los muertos y los vivos, los pálidos fantasmas que me habitan, sus pies y manos múltiples, sus ojos y sus dientes, bajo sospecha de subversión... Y no halló nada... No pudo hallar a Batlle, ni a mi padre ni a mi madre, ni a Marx, ni a Aristides, ni a Lenin, ni al Principe Kropotkin, ni al Uruguay ni a nadie. Ni a los muertos Fernández más recientes... A mi tampoco me encontró... Yo había tomado un ómnibus al Cerro e iba sentado al lado de la vida... Pasé frente al Nocturno y la vida había pintado unos carteles... Pregunté en una esquina por la hora, y en la bolsa del hombre que me dijo la hora iba la vida, junto con su almuerzo... Hoy dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas... Y la noche entrará por todas las ventanas de mi casa, por todas las ventanas de todo el barrio, por todas las ventanas de todos los cuarteles y de todas las cárceles, por todas las ventanas de los hospitales... La noche entrará, cabeceando, saltará para adentro, sombra a sombra a la luz del farol... Y se echará en el piso como un perro... Y aguardará hasta la madrugada... Hoy... Dejaré las puertas y las ventanas de mi casa, abiertas, para siempre...
... Mi corazón está mejor sitiado que mi casa... Mi casa, más cercada que mi barrio... Mi barrio, cercado por mi pueblo... En mi barrio vive el Presidente, cercado por un muro casi derrumbado...

Temblando, con el frontal partido con el marrón, por el marronero, cae sobre sus costillas, pesada como un mundo, la res... Cae con estrépito, de bruces sobre el cemento... Balando al descuajarse su osamenta, ya sólo un pobre costillar enorme, ya sólo un pobre cuero y sangre, media tonelada de huesos astillados, hincados en toda esa vida temblorosa y atónita. . . Ahi se va alzando, como un pesado pingajo, atrapada por la pata por un gancho que le salta arriba, que la alza por un ojal abierto en el garrón de un cuchillazo en plena estupidez sentimental, en plena media tonelada de monstruoso dolor, incomprensible, absurdo, balando, plañidera y tonta, como un escarabajo que no piensa, mientras medita lentamente por qué duele tanto y por qué duele qué parte de quien que es ella misma, la res, abierta al descuartizamiento atroz por todas partes, que nunca habian dolido y que eran tantas partes, tan extensas. . . Y que pastando nunca habia dolido... Haciendo leche, esperma, músculos, crin y cuero y cornamenta viva, que eran la vida misma manando hacia sus adentros, vibrando tiernamente como un sol cálido hacia sus adentros... Y nunca habían dolido... Ya está colgada... Las patas delanteras se enderezan, se endurecen y avanzan hacia adelante y hacia arriba, implorantes y fatalmente rígidas, rematadas en cortas pezuñas que hace un instante amasaban el barro del corral, el estiércol de otros cien balidos, Dinosaurios del siglo de las máquinas, nacidos para morir de un marronazo... Ahora ya es carne azul colgada en la heladera: "Uruguay for export"... Aquella res, que murió de un marronazo, cayó y tembló todo el frigorífico... Aquella otra res que recibió el marronazo en plena frente, de dos dedos de espesor, mientras entraba al tubo desconfiando porque allí no habia pasto, alcanzó a comprender que había otra res delante, balando, que ya se la llevaba el gancho... Y cayó detrás, también, y el cemento tembló bajo esos huesos... Aquella otra res, que esquvó el marronazo y que cayó también, con un ojo reventado y una guampa partida, deshecha también cayó y tembló la tierra, tembló el marrón, tembló el marronero; la res, murió temblando de dolor y de miedo... De un marronazo en plena frente "for export" del Uruguay...



Se va apagando el año. (Gonzalo Ursúa)

Se va apagando el año. Desnúdanse las hojas de los árboles; tienen un tacto de moflete de viejecita. Ruge el mar con las mareas vivas que la luna trae. Llueve sin remedio. Los pocos días de viento sur, la ciudad es una papelería. Entro en un bar, hacia las dos, y me tomo un blanco. La camarera es de Moldavia y se llama Alina: un sol. Al salir me olvido de mi paraguas.

Creo que fue Umberto Eco (que me perdone si le atribuyo una falsa paternidad) quien dijo que las guerras del futuro no tendrán lugar entre superpotencias, Estados, grupos políticos o económicos. Los conflictos que sobrevendrían pudieran ser largas pugnas entre generaciones, y es de suponer que serían también cruentos y difíciles de resolver.

Pienso que Eco, al formular este vaticinio, no estaba haciendo ciencia-ficción. Con fino olfato de sabueso en los grandes prados de la sociología, lleva hasta sus últimas consecuencias un hecho que está ahí y que podemos comprobar todos los días con sólo salir a la calle y dialogar con un chico joven (si es que no se tienen muchachitos en la propia casa, porque entonces no haría falta buscarlos fuera); me refiero al perpetuo malestar que padece la juventud, a su inadaptación a un comportamiento que la vida entre sus semejantes les exige. Esta desasosegada actitud conlleva una agria y violenta reacción que se traduce en un continuo rechazo del modelo que acatan sus mayores. Hay, qué duda cabe, una razón biológica en esta denuncia y este inconformismo; algo que tiene mucho que ver con el desarrollo de la personalidad. Y eso es positivo. Si no se diera tal rebeldía, temeríamos que nuestra juventud pudiera estar ayuna de valor o que hubiese sido aplastada por sus progenitores (los que hoy frisamos en los setenta -generación “emparedada”- ilustramos de manera palmaria y lamentable esta cuestión). Lo característico de la juventud es y debe ser una postura crítica ante el mundo,

Pero ocurre que se extralimitan. Hoy se disculpan demasiadas transgresiones y se amparan excesivas libertades, dando por supuesto que nuestros jóvenes son las más directas víctimas de una sociedad que no puede enarbolar gallardetes de ética o de moral porque hace tiempo que ella misma dejó de creer en dichos valores. Si cualquier individuo con uso de razón se representa globalmente, sin demasiadas elucubraciones, este preciso momento histórico, comprenderá que la herencia que estamos preparando a nuestros descendientes no es, ni mucho menos, un regalo ni un campo de rosas. Pero esto ha sucedido siempre; el animal humano no ha conseguido aún asegurarse unas formas de convivencia estables, no ha logrado arrumbar, en la bocamina de los recuerdos tristes, esos pesados fardos que le están agobiando desde los primeros núcleos tribales: el afán desmedido de poder, la insolidaridad, la codicia, el miedo a sus semejantes; taras todas éstas que lleva el hombre en sus genes y que el desarrollo científico, las religiones y las teorías políticas más dispares no han podido erradicar.

Yo no creo, por otra parte, que para los jóvenes de ahora el mundo de sus mayores sea más repulsivo que lo fuera para los chicos del “mayo francés”, para los hippys, los punkis o para los existencialistas de papá Sartre, por referirme a movimientos que yo pude vivir y sobre los cuales puedo todavía pronunciarme. Pero, echando la vista atrás, removiendo siglos, comunidades y situaciones históricas concretas no consigo dar con una juventud que no se sintiera incómoda, desplazada, amenazada y sometida por sus mayores o por el modelo social que éstos -de una forma consciente o por la inevitable situación heredada- les impusieran. No creo que la vida de los jóvenes del 98 (reparen ustedes en lo que escribieron más tarde) fuera sencilla; ni la de los románticos (lean a Larra); ni la de aquellos que vieron volver a Fernando VII; ni la de quienes transitaron por nuestro flamante y famélico Siglo de Oro (recuerden a Don Pablos o a Lázaro de Tormes) Y no demos más pasos por el túnel del tiempo. Cuanto más bajamos en la cronología, más nos cercioramos de que la incultura, el imposible acceso a una educación mínima, el hambre, las guerras, la opresión y la carencia de libertades fueron las dolorosas pústulas de una sociedad perpetuamente enferma y doliente. Los jóvenes de entonces se enfrentaron con ella como, ahora, esta airada juventud de gafas negras, escúters, botellón y movida nocturna lo hace con una sociedad que los mira con recelo, teme por su ascensión dentro del mismo cuerpo social, intenta desplazarlos y solamente los tolera cuando aceptan sus condiciones. El paro, la marginación y el fantasma de los conflictos étnicos vuelven a estar con ellos: están como estuvieron siempre… Y resulta obvio que nosotros los adultos se lo hemos puesto muy difícil, y se comprueba -al menos, yo lo creo así- que siempre fue difícil para todos.

Gonzalo Ursúa (Blog)


Citas atribuidas a José Saramago

  • "Antes nos gustaba decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda."
  • "Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos."
  • "Cuanto más te disfraces más te parecerás a ti mismo"
  • "La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva."
  • "Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal."
  • "Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista; tienes que leer.
    • Encuentro cultural en la sede de Cajacanarias, Tenerife
  • "Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay."
    • Fuente: Entrevista a Yamid Amat, periodista colombiano del diario EL TIEMPO.
  • "No creo en Dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en Dios, no lo necesito y además soy buena persona."
  • "Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir" Cuadernos de Lanzarote.
  • "Contar los días con los dedos y encontrar la mano llena".
  • "Soy un comunista hormonal."
  • "El pasado es el reino del fragmento" (En el prólogo del libro "Héroes de los dos bandos")
  • "Existen dos superpotencias en el mundo; una es Estados Unidos; otra, eres tú" (Manifestación contra la guerra de Irak en Madrid)
    • Versión de la intervención del escritor portugués José Saramago, Premio Nobel de Literatura, el viernes 17 de junio de 2005 en la sala Che Guevara de la Casa de las Américas; «Pensar, pensar y pensar»]:
  • "Regreso a la filosofía no en el sentido absurdo de que ahora nos vamos a convertir todos en filósofos,[…] pero apuntar la idea de que si el hombre es un ser pensante, pues entonces que piense."
  • "Vivir sería una experiencia realmente extraordinaria en la ahistoridad total del sentido de las cosas que ocurren."
  • "...en Todos los nombres hay una sola persona que tiene nombre y se llama José, no porque sea mi alter ego, yo buscaba un nombre insignificante y la verdad es que el más insignificante que encontré fue el mío."
  • "El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir." (Discurso de aceptación del premio Nobel)
  • "Ni la juventud sabe lo que puede, ni la vejez puede lo que sabe" (de su novela "La caverna")
  • "Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos."
    • Fuente: Ensayo sobre la ceguera, 1995.
  • "Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran"
  • "Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa" (en su novela "La caverna")
  • "Pretendemos comprender la vida a través de sus coherencias e identidades, cuando ciertamente estas se explican por si solas y no nos aportan nada. Deberíamos buscar la comprensión a partir de sus contradicciones pues estas si nos aportan información de la vida y la realidad." (en su novela "La caverna")
  • "La alegoría llega cuando describir la realidad ya no sirve. Los escritores y artistas trabajamos en las tinieblas, y como ciegos tanteamos la oscuridad."
  • "Lo que realmente nos separa de los animales es nuestra capacidad de esperanza."
  • "El éxito a toda costa nos hace peor que animales."
  • "Se llega más fácilmente a Marte que a nuestro propio semejante."
  • "Yo no soy filósofo ni científico. No creo que haya un principio del mal ni del bien. Lo único que sé es que todo está dentro de nuestro cerebro."
  • "La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad."
  • "Siempre hay un tuerto o un listo que nos gobierna."
  • "Es mentira que el Nobel sirva para fomentar la literatura del país al que pertenece el galardonado. Para lo único que vale es para engrosar la cuenta corriente del autor."
  • "Para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor, es sencillamente cambiar."
  • "Me gustaría escribir un libro feliz; yo tengo todos los elementos para ser un hombre feliz; pero sencillamente no puedo. Sin embargo hay una cosa que sí me hace feliz, y es decir lo que pienso."
  • "He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro".
  • "El hombre es el inventor de la crueldad. Sé que tengo que gobernar la bestia que llevo dentro; algo así hacemos con la razón; pero la crueldad es fruto de la razón. La misma razón que crea".
  • "Sólo si nos detenemos a pensar en las pequeñas cosas llegaremos a comprender las grandes"
  • "La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos"
  • "La República es algo que hay que cuidar, porque si no vamos con cuidado podemos conseguir una república, pero que un día esté presidida por Aznar".
  • "Sí, soy pesimista, pero yo no tengo la culpa de que la realidad sea la que es."
  • "Algunas veces, las vidas largas significan soledad"
  • "El tiempo no es una cuerda que se pueda medir nudo a nudo, el tiempo es una superficie oblicua y ondulante que sólo la memoria es capaz de hacer que se mueva y aproxime."
    • Fuente: El evangelio según Jesucristo.
  • "No hay en el mundo nada que, en sentido absoluto, nos pertenezca" ( de la obra "Ensayo sobre la ceguera")
  • "La muerte anda por las calles, pero en los corrales la vida no se ha acabado" (En "Ensayo sobre la ceguera")
  • "No encontró respuesta, las respuestas no llegan siempre cuando uno las necesita, muchas veces ocurre que quedarse esperando es la única respuesta posible" ( De "Ensayo sobre la ceguera")
  • "(...) parecía que habíamos llegado al final del camino y resulta que era sólo una curva abierta a otro paisaje y a nuevas curiosidades."
    • Fuente: El año de la muerte de Ricardo Reis

El poema de hoy : Alfonso Canales

Llegan

alarmantes noticias. Arrasaron

el huerto de Mecenas; dos pretorianos fueron

muertos en la Suburra; en la marca de Tréveris

mancillaron un lábaro; los cántabros hostigan

beligerantes. Nada

pasará. Son fantasmas que intentan inquietarlos,

como si ellos no fueran una casta gloriosa,

inasequible al desaliento. Y oran

a su desalentados

dioses, y se confortan con ungüentos

de memorias felices.: Mucio Scaevola, Publio

Cornelio, Octavio, Tito:

toda la larga serie de los héroes repletos

de poder, no borrados

triunfos donde el laurel se prodigaba

y la lluvia de pétalos de rosa.

Grande es la patria, y ellos

los que la hicieron, los que derribaron

vallados que acotaban modos de ser prescritos,

setos tribales, muros

incluso, protectores de gentes desprovistas

de afán dominador. Suya es la patria

hecha a su gran medida, y son los padres

que la defenderán. No, no hay galernas,

sino barcos que pueden; no hay riadas,

sino diques que saben

contener. Llegan nuevas

adversas. Son el rayo y pedrisco,

la marejada, el viento

desatado, la peste,

el hambre; fuerzas todas

sin alma ni razón. El oficiante

entona el Carmen secular. Transidos,

proclaman que jamás se verá nunca

algo mayor que Roma.

Alfonso Canales (Málaga, 1923)


Alfonso Canales es un poeta contemporáneo realmente notorio y miembro correspondiente, por Andalucía, de la Real Academia Española. En su poética hay una marcada preocupación metafísica, existencial y religiosa, enmarcada en una rigurosa tradición cultural.

Señalemos su lírica: Sobre las horas (1950), El candado (1956), Cuenta y razón (1962), Aminadab (1965), Port-Royal (1968), Gran fuga (1970), Reales sitios (1970), Réquiem andaluz (1972), El año sabático (1976), El canto de la tierra (1977), El Puerto (1979).

Recibió en el año 1965 el Nacional de Literatura y, en 1973, el Premio de la Crítica.

El estilo lo es todo : Joaquín Gallegos Lara

¡Era la mamá!

No supo cuántas cuadras había recorrido. A pie. Metiéndose en los brusqueros. Dejando tiras de carne en los grises y mortales zapanes de las alambradas.

-¡Pára, negro maldecido!

-Dale vos la vuelta por áhi.

-Ha sido ni venao er moreno.

Jadeaba y sudaba frío. Oía tras él los pasos. Y el casco bronco del caballo del capitán retumbaba en el muelle piso del potrero.

-Aquí sí que…

El viento se llevaba las palabras. Al final del potrero había una mancha de arbolillos. Podría esconderse. ¡Aunque eran tan ralas las chilcas y tan sin hojas los guarumos!

-Ris… Ris…

En las orejas se le reían los balazos. Y el golpe de la detonación de los “mánglicher” le llegaba al pecho; porque eran rurales.

Más allá de los árboles sonaba el río. Gritaban unos patillos.

-Er que juye vive…

¿Se estaban burlando de él?

-En los alambres me cogen…

El puyón del viento le zumbaba en las orejas.

-Masque deje medio pellejo yo paso…

Metió la cabeza entre los hilos de púas. Una le rasgó la oreja. Las separó cortándose los dedos. Le chorreaba tibia la sangre por las patillas, por las sienes. Se le escapó el hilo de arriba cerrando la cerca sobre él. De un tirón pasó el torso dibujándose una atarraya de arañazos en las espaldas negras.

-Deje er caballo pa pasar -advertían de atrás al montado-. Una patada en las nalgas lo acabó de pasar la cerca. Se fue de cara en la hierba.

-¡Ah!, hijo de una perra…

Esta vez la bota de un rural sonó como un campanillazo al patearlo en la oreja. En la ya rasgada.

Se irguió de rodillas. La culata del rifle le dio de lleno en el pecho. Las palabras lo tendían.

-Ajá, yastás arreglao…

Pero era un mogote el negro. Rugía como toro empialado. Y se agarró a las piernas del otro fracasándolo de espaldas. Quiso alzarse y patear también. Veía turbio.

Se culebreó sobre el caído. Forcejeaban sordamente.

-Ajá.

Lo tenía. Le había metido los dedos en la boca. El otro quería morder. El negro le hundía las manos abriéndole la boca sin sentir el dolor de los dientes. Y súbito tiró. Las mejillas del rural le dieron un escalofrío al rasgarse. Chilló como el ruán que rasgan las mujeres cosiendo. Al retirar las manos ensangrentadas oyó que la voz se le iba.

No tenía boca. Raigones negruzcos de muelas y de dientes reían. Se llevaba las manos a la cara recogiendo las piltrafas desgajadas.

-¡Ah! Hijo de una perra…

De todos lados las culatas y las botas le llovían golpes. Giró el negro los ojos blanqueantes. Agitó la bemba. Quería hablar. Los miró a todos en torno allí de rodillas. Recordó que todo había sido por el capitán borracho y belicoso. Se cubrió la cara con el brazo y cayó otra vez.

-¡Ah! ¡mardecido!

-Lo ha fregao a Rangel.

Bailaban sobre el cadáver.

Joaquín Gallegos Lara (1911 – 1947)


Gallegos Lara nació en Guayaquil (Ecuador). Perteneció a un grupo literario con Gil Albert, Pareja, Aguilera Malta, Díez-Canseco y José de la Cuadra. Publicó un único libro: Las cruces sobre el agua (1940). El cuento que publicamos pertenece al volumen Los que se van, de tres autores.



Entrevista a Carmelo Iribarren

Hemos hablado con anterioridad de nuestro amigo y poeta Carmelo Iribarren. Por su especial interés, reproducimos parcialmente una entrevista echa a nuestro paisano por la publicación Tedium Vitae, de Guadalajara (México). Lean esta charla entre dos escritores inteligentes.


Sergio Ortiz. Quizá convenga iniciar esta conversación por tus inicios como poeta. Naciste en San Sebastián en 1959, permaneciste allí desde entonces y tu formación es autodidacta. Si bien publicas tu primer libro La condición urbana, a tus treinta y cinco años (1995), sé que escribiste poemas desde muy joven.¿De dónde proviene este interés por la poesía? ¿Cómo se da tu formación como poeta? ¿Algún autor importante?


Carmelo Iribarren. Mi primer poema publicado data de 1977. Apareció en la revista Barro, una publicación con tapas de papel de estraza que se vendía a pie de la calle, en la Parte Vieja, los domingos, aprovechando que era día de mercadillo. El segundo, titulado La leve sombra, es ya del año 83. Apareció en un fancín, y diez años después, en Bares y noches, mi primera publicación seria.

No recuerdo exactamente cuando nació mi interés por la poesía, pero sí que conservo una imagen de mí leyendo una antología titulada Poesía Española reciente, antología que aún conservo, por cierto. Hablo del año 76. En ese libro descubrí a Jaime Gil de Biedma, Ángel González, Félix Grande, etc. Y creo que fueron estos poetas los que -digámoslo así- me animaron a probar suerte en esto de los versos. Para entonces, claro había leído -supongo que mal- a los Machado, Espronceda, Bécquer, Darío…

Siempre fui y sigo siendo -algo menos ya- un lector voraz. De poesía y de novela negra, sobre todo. Las novelas de Hammett, Chandler, Macdonald, Cain fueron el alimento intelectual de mi adolescencia. Y lo siguen siendo hoy en día. (Soy como Bond, no maduro.)


S.O. Seguro que esta historia te suena es el título del libro que reúne tu poesía completa hasta 2005 y es también el título de uno de tus poemas. Cuando se leen tus poemas, uno siente que “tu historia nos suena”, que tu testimonio nos es familiar, que tus poemas son verdaderos. ¿Cómo surgen éstos?


C.I. Creo que soy un buen observador, a falta de otras virtudes. La vida diaria está llena de situaciones, de escenas cuya esencia no es en el fondo sino la representación de una idea. Lo que hago es extraer esa idea, si me parece interesante y buscarle un escenario que puede ser el que he visto u otro muy similar. Este proceso lo llevo a cabo mentalmente, de forma que para cuando me pongo a escribir el poema está prácticamente resuelto. Luego, ya sobre el papel o la pantalla del ordenador, lo que hago es darle ritmo, desnudarlo, dejarlo a la intemperie para que se defienda él solo, sin retórica, sin aditamentos. Si, mejor o peor, se sostiene, es que funciona. Creo que mis poemas suenan a verdaderos por eso mismo, porque no se nutren de la poesía, de la literatura, sino de la vida, de la mía propia y de la que veo discurrir ante mis ojos…. Esto a veces lleva a engaño a mucha gente, uno lee un poema y, como lo entiende piensa: Eso también lo escribo yo. Cuando alguien me dice eso, yo siempre le animo a que lo haga, a que lo escriba. No sé si lo hacen o no, no suelen reincidir en el tema. (Algunos dejan de saludarme…)


S.O. Esta actitud de espectador de vida, de decir las cosas como son, convierten al poeta en una especia de relator, un fotógrafo de la realidad. El poeta, en palabras de Raymond Carver, “puede escribir sobre objetos cotidianos utilizando un lenguaje coloquial y dotar a la vez a esos objetos -una silla, persianas, un tenedor, una piedra, un anillo- de un inmenso, incluso asombroso poder. La poesía se encuentra más cerca de un relato que el relato de una novela”. ¿Dónde se encuentra ahora el sentido de la poesía?


C.I. La poesía es tiempo dentro del tiempo (como el relato, los acerca la tensión, el clima), lo que sucede en un poema sólo puede suceder así ahí, mientras tú lees el poema, por eso esa persiana, o ese tenedor, o esa americana -pido disculpas por ponerme a la altura de Carver- tienen ese poder, porque sin ellas el poema no existiría; pero, claro, el poema existe, tú lo estás leyendo. Y si lo lees, si dedicas una parte de tu tiempo a leer un poema, es porque de alguna manera eso -el hecho de leer poesía- significa algo para ti, forma parte de tus intereses en la vida. Tiene un sentido. No hace falta ponerse trascendente ni pedante, la poesía tiene su público, está ahí, se mantiene. Lo que te da la lectura de un poema no te lo da nada, ni nadie. Es otra cosa.


S.O. Algunos de tus poemas me recuerdan al filósofo rumano Emile Ciorán, quien decía “todos estamos equivocados excepto los humoristas, que únicamente ellos, riéndose de todo, han intuido la inanidad de lo serio y hasta de lo frívolo”. Háblanos de la importancia del humor en tus poemas.


C.I. La destrucción o el humor, así titula, más acertadamente de lo que parece a primera vista, Javier Salvago su poesía completa. Pero vamos a extendernos. El humor está ahí, nada más salir del portal, esperándote. A veces, a dos calles de la tragedia. Y así todos los días. En mi poesía juega un papel determinante por eso mismo, porque mi poesía bebe de la vida -más que de la literatura- cuyo género como sabes es el de la tragicomedia. No se puede estar llorando en verso todo el santo día, o con el ceño fruncido, no al menos si se escribe este tipo de poesía (en la que uno, más que escribir, casi se describe). No sería creíble. Y en el pacto que mis poemas establecen con el lector uno de los requisitos fundamentales, si no el más, es ése: la credibilidad.

Por otra parte, el humor es una de las formas que puede adoptar la piedad, una manera de perdonarnos, de asumir nuestra endeble condición, nuestra pequeñez, de reconciliarnos -siquiera de vez en cuando- con el mundo. También es uno de los disfraces más amables de la inteligencia. El problema del humor (en sus diversas expresiones: ironía, ingenio, cinismo e incluso sarcasmo…) es que es un material altamente peligroso para ser utilizado en un poema. En eso, en los riesgos que se corre al manejarlo, se parece a la ternura. Si te pasas, consigues el efecto contrario al deseado, además de destrozar el poema.


S.O. Sin embargo, en varios de tus poemas se vislumbra una búsqueda de plenitud amorosa…


C.I. El amor, el deseo, la pérdida de la juventud, la madurez, la muerte… son los grandes temas de la poesía. Y de la vida. No se puede obviar. Yo he escrito muchos poemas de amor, con sus claroscuros, en sus diferentes y apasionantes fases: la de la búsqueda, la del deseo, la del encuentro, la doméstica, la de la traición, la de la pérdida… Con todo, creo que los poemas de amor, o mejor, de temática amorosa más difíciles son aquellos que hablan de dos personas que se quieren y a las que -en ese momento, en el del poema- no parece pasarles nada más relevante que eso. Trasladar esa luz tenue al papel es muy complicado, porque no resulta en principio nada espectacular para el lector. Ahora bien, creo que cuando se consigue es lo más grande. En esos poemas juega un papel fundamental, la ternura, material, como he dicho, peligrosísimo, que hay que saber dosificar; la cursilería siempre está ahí, amenazando. Yo suelo utilizar los finales mates o irónicos, o anticlimáticos para rebajar la carga sentimental. Pero no siempre, a veces me dejo llevar. Por qué no, sólo soy un ser humano, débil, con grietas…


S.O. Encuentro en tus poemas observaciones y reflexiones continuas acerca de la ciudad, de cierta condición urbana que enmarca distintas situaciones de vida. ¿En qué medida se relaciona el entorno, tu contexto, con tus poemas?


C.I. Bueno, creo que soy uno de los poetas más decididamente urbanos de la literatura española, o en español. En eso soy de los primeros de la clase. No será yo quien añore las verdes praderas. A mí dame bares, cafeterías, avenidas, la pequeña épica de una vieja cruzando un semáforo bajo la tormenta, la soledad de la madrugada, aquella ventana encendida en el piso dieciséis… Dame la luna clavada -como una piruleta- en una antena de televisión. Dame ese fragor de vida, ese pulso, esa tensión de la hora punta. Dame la melancolía del último autobús. La poesía de la violencia, la lírica de las calles, que dijo Raymond Chandler. La ciudad es mi vida. De ahí que mi poesía pueda verse como un recorrido sentimental por las calles, (también por las de la memoria) de una ciudad que es todas las ciudades, o eso quisiera.


S.O. El poema “Ola de frío” abre tu último libro de igual nombre y es un buen ejemplo de esa forma de caminar por la ciudad…


C.I. Es verdad. Y fíjate que el segundo poema se titula “Los zapatos”. Yo ando mucho, cruzo la ciudad casi todos los días. Y tomo nota, claro, levanto acta de lo que veo: una chica esperando el autobús, un gorrión peleándose con un pedazo de pan, dos viejos en una cafetería, un tren de cercanías, yo mismo reflejado en un escaparate, las hojas alfombrando un paseo, una ventana encendida en la madrugada, una pequeña ráfaga de viento que entra en la plaza y muere… Situaciones todas muy urbanas, muy cotidianas, a las que yo trato de extraer la poesía que llevan dentro, aunque no siempre, o pocas veces, lo consiga. Sí, es un libro en que la mirada juega un papel fundamental. Casi podrían denunciarme por voyeur… Francisco Díaz de Castro, refiriéndose a este libro, dice que soy un elegíaco de casta, y creo que tiene razón. A mí me gusta mucho la vida, como a todo el mundo, pero estoy en una edad en la que ella, la vida, empieza a ir por otro lado. Yo la veo pasar, y pienso: Sé hacia dónde vas. Y que no quieres llevarme. No importa. Ya estuve allí. Y sigo mi camino, mirando los aleros, esquivando los charcos y los paraguas, pensando en que no estaría mal otro cafecito…

Libros Recomendados

Ciro Alegría: El mundo es ancho y ajeno (Alianza Editorial).

Poesía

Hart Crane: El puente y otros poemas (Plaza & Janés, S.A.).


Efemérides : 15 de Noviembre

Nacimientos: 
Fallecimientos :