domingo, 7 de septiembre de 2008

Visto, Oído, Leído

  • El Ayuntamiento de Salamanca, habida cuenta de que en la ciudad del Tormes proliferan las señoritas de la vida, ha decidido erradicar este problema. Lo más curioso es que ha colocado, en sitios visibles de la ciudad, cartelones con la efigie de un hombre joven, de espaldas. Y un letrero reza: “¿Tan bajo te tienes, que necesitas pagar?”.                                                                                                                     Creo que en otro blog, ya lejano, tocamos este asunto. La prostitución es mala en sí misma, pero resuelve problemas a los ciudadanos que no pueden llevar una sexualidad normal. No todo el mundo es joven, no todo el mundo es guapo y atractivo, no todo el mundo tiene dinero. No todo el mundo. Hay viudos, hombres que no tienen relaciones íntimas con su pareja, tímidos, malformados, gente cercana o ya en la tercera edad, amantes del sexo frío. Todos éstos, según reza el cartel, deberían estar ligando por ahí, porque el asunto se resolvería rápida y fácilmente, ¿no? .                                            Lo que se debe haber, pensamos, es mejorar la situación de estas trabajadoras del sexo; evitar que zascandileen  por calles transitadas o en presencia de menores que pudieran escandalizarse. En Lyon, en Amsterdam, en Londres y otras ciudades europeas lo han conseguido. Y, por supuesto, estas señoritas deberán poseer su tarjeta de salud, liberarse del chulo y de la droga y pagar religiosamente sus impuestos, cosas de las que están lejos, por el momento, en España.
  • Conocedora de que los que hacemos QP somos muy perreros, nuestra amiga Ainara nos ha contado una fascinante historia de su perra Medea. Resulta que Ainara se quedó encinta de su primer hijo. A medida que iba avanzando el embarazo, la muchacha iba convenciéndose de era objeto, cada vez más, de las atenciones de su perra; ésta la  olisqueaba con frecuencia y gustaba mucho de su compañía. Dos días antes del alumbramiento, Ainara vio cómo Medea se iba a un rincón de la casa y allí empezaba a arañar nerviosamente con sus patitas delanteras. Además, se llevó a su rincón los objetos a los que más cariño profesaba: una pelota de tenis, un bote de Aquarius, una madeja grande de hilo rosa, un burrito de felpa mordisqueada por los bordes, etc.; eran sus tesoros. Cuando nuestra amiga llegó a casa con la recién nacida, la perra la olió concienzudamente, le lamió la planta de los pies (la saliva del perro es sarcótica, o sea, cicatrizante) y durante más de una semana no quiso separarse de la cuna…Ainara piensa que su perra está firmemente convencida de que a la niña la trajeron a este mundo entre las dos
  • Desde hace unas semanas, un despreocupado francés que será, naturalmente, naturista, se pasea por los lugares más emblemáticos de la ciudad totalmente desnudo. Lo hace en bicicleta. Y hemos dicho totalmente, pero hay que precisar. Sus únicas ropas son los calcetines y unas zapatillas blancas de hacer deporte. El hombre sonríe beatíficamente a quienes pasan a su lado; húrtase a miradas soeces. Parece feliz.Consideramos que una decisiva conquista del hombre ha sido la ropa. Para taparse y guarecerse cazaba fieras, las despellejaba, curaba sus cueros y sus pieles y, al final, cubríase con ellos. Desde entonces, la historia del vestido constituyó una historia fascinante, a la cual un día nos referiremos. En la actualidad, la moda mueve tantos millones que, de pensarlo, los ojos se nos hacen chiribitas. Comprendemos también el placer del desnudo, porque en cueros, verdaderamente, se está muy cómodo, liberado uno de convenciones. Lo que ocurre es que esto queda reservado para nuestra intimidad. Compartir humores y sudores con la gente de nuestro entorno, por no querernos comprar una triste camiseta de algodón y unos pantaloncitos, nos parece una garrafal falta de educación.Creemos que a nuestro amable gabacho le vendría muy bien una semanita picando grava en Pancorbo. Así, en pelota; mayormente, en el mes de febrero. Puede que de este modo recuperase su amor por las indumentarias.
  • Lo antedicho me retrotrae a mis paseos por Ses Salines, en Ibiza, o Es Carbó, en la mallorquina colonia de San Jordi; playas estas donde se toleraba el desnudo. Una mañana, en Es Carbó, me interné sin mala intención -se lo juro- en la zona donde se protegía el nudismo (de modo habitual, esta práctica se admite en las tres islas Baleares). Yo llevaba mis tradicionales “bermudas”, prenda por la que siempre sentí un apego especial… Y he aquí que se me aparece, viniéndose hacia mí con el brazo tendido, una señorita escultural, en espléndidos y totales cueros, cual arrancada de los Play Boys que yo acostumbraba leer en la peluquería. ¡Temblores, vacilación! ¿Vade retro? Cuando estuvo a dos pasos -yo tenía el sol de frente- me di cuenta de que la diosa era nada menos que mi jefa de redacción en el periódico… Y ella: -Bòn día, Jordi. ¿còm ho pàssa? -Le respondí que bien, aunque el gesto de mi cara recordara todo menos la serenidad.
  • Hablando de veleidades, siempre me sorprendió esa seguridad que tienen los musulmanes de que, en la otra vida, los justos serán atendidos en su correspondiente edén por setenta y tres vírgenes. ¡Caramba!, me figuro que el nivel de las vírgenes irá descendiendo según el uso que el afortunado irá haciendo de ellas ¿O se  reponen? Y estando en esto, me acuerdo de lo que dijo Hemingway: “La diferencia de acostarse con una virgen o con otra que no lo es viene a ser que con la virgen siempre te haces daño… Y nunca sabes si le va a gustar. ¡Era listo el de Illinois!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Comentando un poco de prisa y corriendo, tengo que cenar, lo de las virgenes.
Tal vez sea hora de que la palabra virgen pase a ser exclusiva de la religión. Cada uno la suya.
Tal vez sería mejor llamar a las virgenes, novatas. De paso se ampliaría el número. Y que conste que soy mujer.