lunes, 22 de septiembre de 2008

Visto, Oído, Leído

  • Hemos leído, en una revista del bajo vientre, unas declaraciones de la artista Angelina Jolie. “¿A qué mujer, en determinado momento, no le ha apetecido tirarse al suelo, ensuciarse y empezar a dar saltos?”, dice la diosa.
    Q.P. no sabe si el jolgorio les ha ocurrido a muchas señoritas, pero es posible que la jolie Jolie nos esté hablando de esa fase “anal” de la que tanto habló Sigmund Freud.
  • Se felicitan los ciclistas ciudadanos porque ya disponen, en el área guipuzcoana, de treinta y dos kilómetros de bidegorris; pronto llegarán a los cincuenta. En un periódico local, un ciudadano -sociólogo y abogado por más señas- lanza la idea de que automóviles y motocicletas circulen por la calzada a un máximo de veinte por hora; así, según él, se liberarían las aceras de los ciclistas peligrosos, que podrían elegir la calzada para sus raids. La idea no es mala del todo, pero se daría la paradoja de que la zonas rápidas para circular en bicicleta serían las aceras (muchachitos circulando por ellas a treinta o cuarenta por hora, con plato grande y piñón pequeño, los vemos todos los días). Sin embargo, se colapsaría la calzada, lentísima, con gran deterioro para taxis, ambulancias y servicios públicos.
    Muchas advertencias hemos leído, en el mencionado diario, auspiciadas por el grupo kalapie, y acertadas. Pero echamos en falta que este colectivo desarrolle una auténtica labor de pedagogía ciudadana para que los energúmenos que circulan fuera del carril-bici respeten a los viandantes (algunos de ellos, caso de los viejecitos, aterrados). ¿No será que el citado calapié se les ha subido a las meninges a los de su mismo nombre?
  • Mi viejo ordenador empieza a darme sorpresas desagradables. Ha comenzado a convertirse, como la mayoría de los ancianos, en un ser impredecible. Y es que las máquinas tienen inteligencia artificial, pero cometen errores que las acercan a los comportamientos de las humanas criaturas.
    ¡A quién no se le ha detenido el limpia cristales del automóvil -las dichosas escobillas- cuando más diluviaba?; ¿qué ama de casa no ha sufrido el parón de su lavadora cuando más huéspedes tenía en su hogar?; ¿a qué atractivo joven no se le ha atascado la cisterna del w.c. justo la noche en que tenía una simpática jovencita para compartir, con velas y champán, una feliz velada?
    ¡Ay, las máquinas, las máquinas! Ellas también se cansan, ellas también tienen su corazoncito.
  • La bandera de la Concha se la ha llevado una tripulación cántabra: Castro Urdiales. Junto a los hombres, y por primera vez, han regateado las mujeres (un aplauso para las feministas). Y han ganado gallegas y santanderinas. Todo esto nos demuestra que hay gente por ahí muy preparada y que la supuesta preponderancia del remo vasco está marcando su declive. Recuerdo a un arrantzale que estaba firmemente convencido de que el remo lo habían inventado los hijos de Aitor; no los chinos ni los vikingos… La humildad siempre es buena si la empuja el corazón, y reconocer los éxitos ajenos es de bien nacidos
  • Para nuestra desgracia, o la de los teleadictos, vuelven a la pantalla chica dos bodrios inenarrables: Física y Química y Las tontas no van al cielo (Blog), ejemplo nada común de la roma inteligencia y el mal gusto de nuestros guionistas, quienes, para más risa, cobran dineritos a manta. Inteligentes, absténganse.
  • Dice Roland Barthes: “… La estupidez debe ser un núcleo duro e indivisible, un primitivo: imposible descomponerla científicamente (si fuera posible un análisis científico de la estupidez, la TV se vendría abajo). ¿Qué es? ¿Un espectáculo, una ficción estética, tal vez un fantasma? ¿Acaso deseamos incorporarnos al cuadro? Es bello, es sofocante, es extraño. De la estupidez yo no sabría decir más que una cosa: que me fascina.”

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