lunes, 3 de noviembre de 2008

"Invierno" (Pie de foto)

Una vez Quinto Pretoriano, deseoso de la participación de sus navegantes incluye una foto en el blog con la intención de que cada uno exprese lo que le sugiere esta. En este caso hemos puesto esta bella vista del Invierno, y pone como pie de foto este sencillo poema infantil :

Título: Llega el Invierno

El señor invierno
se viste de blanco,
se pone el abrigo
porque está temblando.

Se va a la montaña,
se mete en el río,
y el parque y la calle
se llenan de frío.

Se encuentra a la lluvia
llorando, llorando,
y también al viento
que viene soplando.

¡Ven amigo sol!
Grita en el camino,
pero el sol no viene
porque se ha dormido.

Autora: Marisol Perales 


3 comentarios:

  1. Poema Jardín De Invierno de Pablo Neruda

    Llega el invierno. Espléndido dictado
    me dan las lentas hojas
    vestidas de silencio y amarillo.
    Soy un libro de nieve,
    una espaciosa mano, una pradera,
    un círculo que espera,
    pertenezco a la tierra y a su invierno.
    Creció el rumor del mundo en el follaje,
    ardió después el trigo constelado
    por flores rojas como quemaduras,
    luego llegó el otoño a establecer
    la escritura del vino:
    todo pasó, fue cielo pasajero
    la copa del estío,
    y se apagó la nube navegante.
    Yo esperé en el balcón tan enlutado,
    como ayer con las yedras de mi infancia,
    que la tierra extendiera
    sus alas en mi amor deshabitado.
    Yo supe que la rosa caería
    y el hueso del durazno transitorio
    volvería a dormir y a germinar:
    y me embriagué con la copa del aire
    hasta que todo el mar se hizo nocturno
    y el arrebol se convirtió en ceniza.
    La tierra vive ahora
    tranquilizando su interrogatorio,
    extendida la piel de su silencio.
    Yo vuelvo a ser ahora
    el taciturno que llegó de lejos
    envuelto en lluvia fría y en campanas:
    debo a la muerte pura de la tierra
    la voluntad de mis germinaciones.

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  2. Gracias por compartir este hermoso paisaje invernal y este bello poema para deleite de nosotros los lectores, aqui dejo una poesia de Ruben Dario que he encontrado vagando en la inmensa Red

    INVERNAL
    RUBEN DARIO

    Noche. Este viento vagabundo lleva
    las alas entumidas
    y heladas. El gran Andes
    yergue al inmenso azul su blanca cima.
    La nieve cae en copos,
    sus rosas transparentes cristaliza;
    en la ciudad, los delicados hombros
    y gargantas se abrigan;
    ruedan y van los coches,
    suenan alegres pianos, el gas brilla;
    y si no hay un fogón que le caliente,
    el que es pobre tirita.
    Yo estoy con mis radiantes ilusiones
    y mis nostalgias íntimas,
    junto a la chimenea
    bien harta de tizones que crepitan.
    Y me pongo a pensar: ¡Oh! ¡Si estuviese
    ella, la de mis ansias infinitas,
    la de mis sueños locos
    y mis azules noches pensativas!
    ¿Cómo? Mirad:
    De la apacible estancia
    en la extensión tranquila
    vertería la lámpara reflejos
    de luces opalinas.
    Dentro, el amor que abrasa;
    fuera, la noche fría;
    el golpe de la lluvia en los cristales,
    y el vendedor que grita
    su monótona y triste melopea
    a las glaciales brisas.
    Dentro, la ronda de mis mil delirios,
    las canciones de notas cristalinas,
    unas manos que toquen mis cabellos,
    un aliento que roce mis mejillas,
    un perfume de amor, mil conmociones,
    mil ardientes caricias;
    ella y yo: los dos juntos, los dos solos;
    la amada y el amado, ¡oh Poesía!
    los besos de sus labios,
    la música triunfante de mis rimas,
    y en la negra y cercana chimenea
    el tuero brillador que estalla en chispas.
    ¡Oh! ¡Bien haya el brasero
    lleno de pedrería!
    Topacios y carbunclos,
    rubíes y amatistas
    en la ancha copa etrusca
    repleta de ceniza.
    Los lechos abrigados,
    las almohadas mullidas,
    las pieles de Astrakán, los besos cálidos
    que dan las bocas húmedas y tibias.
    ¡Oh, viejo Invierno, salve!
    puesto que traes con las nieves frígidas
    el amor embriagante
    y el vino del placer en tu mochila.
    Sí, estaría a mi lado,
    dándome sus sonrisas,
    ella, la que hace falta a mis estrofas,
    esa que mi cerebro se imagina;
    la que, si estoy en sueños,
    se acerca y me visita;
    ella que, hermosa, tiene
    una carne ideal, grandes pupilas,
    algo del mármol, blanca luz de estrella;
    nerviosa, sensitiva,
    muestra el cuello gentil y delicado
    de las Hebes antiguas;
    bellos gestos de diosa,
    tersos brazos de ninfa,
    lustrosa cabellera
    en la nuca encrespada y recogida
    y ojeras que denuncian
    ansias profundas y pasiones vivas.
    ¡Ah, por verla encarnada,
    por gozar sus caricias,
    por sentir en mis labios
    los besos de su amor, diera la vida!
    Entre tanto hace frío.
    Yo contemplo las llamas que se agitan,
    cantando alegres con sus lenguas de oro,
    móviles, caprichosas e intranquilas,
    en la negra y cercana chimenea
    do el tuero brillador estalla en chispas.
    Luego pienso en el coro
    de las alegres liras.
    En la copa labrada, el vino negro,
    la copa hirviente en cuyos bordes brillan
    con iris temblorosos y cambiantes
    como un collar de prismas;
    el vino negro que la sangre enciende,
    y pone el corazón con alegría,
    y hace escribir a los poetas locos
    sonetos áureos y flamantes silvas.
    El Invierno es beodo.
    Cuando soplan sus brisas,
    brotan las viejas cubas
    la sangre de las viñas.
    Sí, yo pintara su cabeza cana
    con corona de pámpanos guarnida.
    El Invierno es galeoto,
    porque en las noches frías
    Paolo besa a Francesca
    en la boca encendida,
    mientras su sangre como fuego corre
    y el corazón ardiendo le palpita.
    ?¡Oh crudo Invierno, salve!
    puesto que traes con las nieves frígidas
    el amor embriagante
    y el vino del placer en tu mochila.
    Ardor adolescente,
    miradas y caricias;
    cómo estaría trémula en mis brazos
    la dulce amada mía,
    dándome con sus ojos luz sagrada,
    con su aroma de flor, savia divina.
    En la alcoba la lámpara
    derramando sus luces opalinas;
    oyéndose tan sólo
    suspiros, ecos, risas;
    el ruido de los besos;
    vla música triunfante de mis rimas,
    y en la negra y cercana chimenea
    el tuero brillador que estalla en chispas.
    Dentro, el amor que abrasa;
    fuera, la noche fría.

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  3. ALMA nos recomienda un poema de Rubén Darío y yo añado este otro del mismo poeta nicaraguense :

    DE INVIERNO

    En invernales horas, mirad a Carolina.
    Medio apelotonada, descansa en el sillón,
    envuelta con su abrigo de marta cibelina
    y no lejos del fuego que brilla en el salón .

    El fino angora blanco junto a ella se reclina,
    rozando con su pico la falda de Alençón,
    no lejos de las jarras de porcelana china
    que medio oculta un biombo de seda del Japón.

    Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;
    entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;
    voy a besar su rostro rosado y halagüeño

    como una rosa roja que fuera flor de lis;
    abre los ojos; mírame con su mirar risueño
    y en tanto cae la nieve del cielo de París.

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